Veracruz, Ver.

     
De un plumazo


Periodistas partidistas

Martes 15 de Enero del 2019

El periodismo es actividad que requiere cerebro de hielo y manos calientes.
No es una actividad para pusilánimes; mucho menos para el sicariato informativo.
El periodista no es juez, ni auxiliar del fiscal, Ombudsman de los desprotegidos, impulsor de causas perdidas, gestor de misiones imposibles; ni representante de San Judas Tadeo en tierra de paganos y pecadores.
Eso debemos entender quienes ejercemos este oficio de luces y sombras.
La palabra escrita, hablada o lanzada al éter no es una piedra labrada con indicaciones de moral, rectitud dogmática para quienes nos ven, escuchan o leen.
No somos poseedores de la ultima piedra filosofal, tampoco escondemos en la sala de estar un baúl que contenga los papiros de la verdad absoluta ni somos cerrajeros de la Caja de Pandora, contenedora de todos los males.
Debemos, eso sí, ser buenas personas para ser buenos periodistas.
Nuestro trabajo es ceñirnos a las enseñanzas de Ulpiano: poseer una voluntad permanente de darle a cada quien lo que le corresponde, lo que le toca.
Por eso, cuando leemos a los reporteros, columnistas e influencers del yunismo, como heraldos de un pasado que se fue para no regresar nunca, nos da risa.
Pero cuando vemos a una camada de periodistas indexados a la Cuarta Transformación sin más razón que el fanatismo, nos entristece.