Veracruz, Ver.

     
De un plumazo


Iglesia Rebelde

Lunes 16 de Abril del 2018

La frase, está contenida en el Evangelio de Lucas 20:25: «Entonces Él les dijo: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios».
Sin embargo, en la historia, la política y la religión siempre han caminado de la mano.
En Veracruz, Fidel Herrera Beltrán aplicaba una fórmula simple en la gobernanza: compraba una camionetita al cura del pueblo, arreglaba la clínica de la localidad y mandaba pintar el palacio municipal.
Así, con esa política simplista, mantenía el equilibrio con los poderes en cada municipio, en cada comunidad.
Los curas son garantes del ánimo popular. Aún es estos tiempos difíciles, son confesores, guías, líderes en el destino de sus comunidades.
Después están los doctores del pueblo, quienes también erigen liderazgos sociales, son escuchados, respetados y valorados cuando los alcaldes no atienden a la población.
Por eso llama la atención el llamado que hizo la Iglesia Católica ayer domingo a sus feligreses:
«Es un deber de conciencia no dejarse llevar por las apariencias o quienes intenten comprar su voto a través de presiones o a cambio de dádivas o promesas de cargos públicos, o por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder».
La referencia tiene un destinatario visible: el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y su pretensión de entronizar a su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez como su sucesor.
La Iglesia Católica parece no comulgar con la herencia del poder gubernamental.
La relación entre el César y la Iglesia parece estar fracturada, va más allá de la sana distancia en la vida pública.
Cuidado, el cura del pueblo puede hacer tropezar a un candidato.