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CIENCIA Y TECNOLOGíA


Descubren un nuevo escudo protector en el cuerpo humano



ABC / Madrid, España / Jueves 21 de noviembre del 2019

Los animales necesitan protegerse de los patógenos, seres que están deseando adentrarse en su cuerpo para hacer de las suyas. Para evitarlo, todos los organismos cuentan con anticuerpos, una capa de «piel» que actúa como barrera, un arsenal de células de defensa del sistema inmune, entre las que están los linfocitos o las llamadas células asesinas naturales, proteínas que señalizan la presencia de enemigos (el interferón) y una respuesta conocida como inflamación: este proceso es una especie de «declaración de zona de emergencia» en la que se aumenta el flujo sanguíneo en el lugar de entrada de los patógenos, se incrementa la temperatura y «se pide refuerzos», para que se congreguen leucocitos y macrófagos.

Esta respuesta puede ir acompañada de un auténtico ataque de armas químicas: algunas células producen moléculas con alto poder oxidante para «freír» a los enemigos. Por desgracia, este ataque no solo afecta al patógeno, sino también a las propias células del organismo. Precisamente esta semana, una investigación publicada en « Current Biology», y elaborada por científicos de la Universidad de Bristol (Reino Unido), ha descubierto un nuevo escudo protector que blinda a los tejidos frente a la inflamación. Creen que el hallazgo, que se ha producido en moscas de laboratorio, podría servir para preparar los tejidos humanos antes de hacer cirugías y reducir los riesgos de complicaciones y el tiempo de recuperación.

Cuando se produce una lesión, a causa de un accidente o una cirugía, se puede activar la inflamación y la liberación de esos compuestos oxidantes. Estos reciben el nombre de especies reactivas de oxígeno (ROS, por sus siglas en inglés); de hecho, uno de ellos es el agua oxigenada.


En esta ocasión, los investigadores de Bristol han descubierto las rutas de señalización que se activan en el organismo y que tienen como finalidad proteger los tejidos de estas especies reactivas de oxígeno.

«En individuos sanos, los tejidos lesionados normalmente se curan rápidamente», ha explicado Helen Weavers, directora de la investigación. «En una herida de la piel que se está curando, está activada una respuesta de defensa que recluta células inflamatorias, que a su vez liberan multitud de factores bactericidas, incluyendo especies reactivas de oxígeno»

En este caso, el equipo de Weavers se propuso observar todo el proceso. Para ello, recurrió a un animal diminuto y translúcido, sorprendentemente parecido al ser humano en muchos aspectos: la mosca de la fruta. «Usamos las moscas para observar la reparación de las heridas y el trabajo de las células inmunes en directo», ha dicho la investigadora. «Así, descubrimos una red de vías de protección que escudan los tejidos frente al daño inflamatorio, y que los hacen más resilientes».

Además, también con la inestimable ayuda de las moscas, pudieron demostrar «que la activación ectópica –externa– de esas vías de protección mejora la defensa de los tejidos, mientras que la inhibición lleva a retrasos significativos en la curación de la herida».

Es decir, averiguaron que, de alguna forma, se puede poner la tirita antes que la herida, y preparar al tejido para una operación, al menos en teoría: «Ahora que sabemos la identidad de estas vías de protección, esperamos desarrollar formas de estimular esta maquinaria en pacientes que se van a someter a una cirugía», según Weavers.

De hecho, lo próximo en lo que trabajarán es en encontrar más de estas vías de resiliencia para proteger al organismo, tanto en heridas como en órganos expuestos a problemas derivados de la inflamación. «Creemos que esta maquinaria de resiliencia ha evolucionado como un mecanismo a prueba de fallos para proteger los tejidos cada vez que se activa la inflamación». Ahora, quizás, se le podría sacar todavía más partido.