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Corbyn reclama un adelanto electoral si fracasa el plan del Brexit



El País / Londres / Jueves 10 de enero del 2019

El Brexit ha convertido a Theresa May y Jeremy Corbyn en dos almas gemelas igual de confundidas en medio del laberinto. El Partido Laborista había anunciado a bombo y platillo el discurso de hoy de su líder, en la localidad de Wakefield. Lo presentaba como "el discurso del Brexit" de Corbyn, y parecía anticipar que el líder de izquierdas desvelaría finalmente su estrategia. No ha sido así.

"Si el Gobierno es incapaz de lograr que se apruebe su acuerdo [en la votación del Parlamento del próximo martes], debe haber unas elecciones generales lo más pronto que sea posible", ha dicho Corbyn. Es lo que lleva pidiendo en los últimos meses y la clave de bóveda de la estrategia laborista. Primero, convocatoria electoral adelantada. Y si no es posible, otras opciones, incluido un segundo referéndum. Corbyn mantiene una calculada ambigüedad que lo mismo sirve para decepcionar que para dar ánimos a los partidarios de un segundo referéndum sobre el Brexit, que en estos momentos son mayoría en las filas de la izquierda británica.

Porque el líder laborista reconoce que no cuenta con los apoyos necesarios para que saliera adelante la moción de censura que sería necesaria para forzar un adelanto electoral. "Por eso le digo a Theresa May: 'Si tanta confianza tienes en tu acuerdo del Brexit, convoca unas elecciones generales y deja que la gente decida'. Si no lo hace, el Partido Laborista presentará una moción de censura en el momento en que considere que existen más posibilidades de que triunfe", ha dicho Corbyn.

Y de momento, esas posibilidades son más bien escasas. A pesar del respaldo asegurado de los nacionalistas escoceses del SNP y de los liberales demócratas, Corbyn necesitaría los votos de un buen puñado de conservadores rebeldes, o los de los unionistas norirlandeses del DUP, actual soporte de la mayoría parlamentaria de May. Ni los primeros están dispuestos a ese grado de deslealtad ni los segundos se plantean ir tan lejos en su órdago contra Londres. Así que, la conclusión final del discurso de Corbyn ha acabado dando esperanzas a los partidarios de un segundo referéndum. "Si no podemos asegurar unas elecciones generales, mantendremos todas las opciones sobre la mesa, incluida la de hacer campaña para una nueva consulta popular", ha asegurado en Wakefield.

La ambigua estrategia de Corbyn tiene una lógica política y una explicación personal. Parece razonable que el laborismo quiera escapar de la elección binaria que supone apoyar o no el acuerdo de May e intente cambiar la agenda del debate político. Así se desprende de las palabras de su líder: "La verdadera división en nuestro país no es entre aquellos que votaron por la permanencia en la UE y los que votaron a favor del Brexit. Es la diferencia entre una mayoría que trabaja, crea riqueza y paga sus impuestos y unos pocos que imponen sus reglas, se llevan los beneficios y a menudo evaden sus obligaciones fiscales", ha dicho.

La explicación personal tiene que ver con el pasado de Corbyn, cargado de un sentimiento contrario a la Unión Europea que sigue arrastrando, y con su temor de que muchos simpatizantes laboristas, sobre todo en el norte del país, que votaron a favor del Brexit, no le lleguen a perdonar que ignore el resultado del referéndum.

Por eso insiste, sin explicar muy bien cómo, en que un nuevo Gobierno laborista sería capaz de negociar un nuevo acuerdo que traería más justicia social y prosperidad económica sin dejar de cumplir con el mandato de salida de la UE.

El acercamiento de May al laborismo
Son precisamente las preocupaciones en materia de derechos de los trabajadores o medioambientales del laborismo la puerta que el Gobierno de May ha querido explorar en las últimas horas en un intento desesperado por recabar en la oposición votos de apoyo a su acuerdo del Brexit. A través de su secretario de Estado para la Empresa, Grec Clark, el Gobierno británico ha intentado negociar con algunos diputados de la oposición posibles enmiendas que aseguraran la homologación futura de los derechos laborales en Reino Unido con los que ahora garantiza la pertenencia a la UE.

La dirección de Corbyn ha intentado de inmediato establecer un cortocircuito en estos amagos de acuerdo, contrarios a la estrategia diseñada por su líder. "A pesar del ruido creado en la prensa por los conservadores, no creo que un acuerdo de esas características fuera legalmente vinculante ni fuera a proteger más los derechos de los trabajadores", ha dicho el portavoz laborista de Justicia y fiel aliado de Corbyn, Richard Burgon.

"Una enmienda de esas características no cambia en absoluto lo que ya supone un mal acuerdo para los empleos y derechos de los trabajadores. Lo que necesitan es una garantía legal y a largo plazo de que sus derechos seguirán siendo los mismos por toda Europa. Y esta enmienda no proporciona eso. Ni siquiera garantiza que se mantengan los derechos que tenemos actualmente", ha dicho Frances O'Grady, secretario general de la Conferencia Intersindical. Los sindicatos mantienen una gran influencia en las políticas del Partido Laborista, pero chocan con Corbyn en su voluntad, mucho más expresa, de reclamar la celebración de un segundo referéndum.