Veracruz, Ver.

     
CIENCIA Y TECNOLOGíA


Los nanocoches locos



muyinteresante / / Domingo 16 de octubre del 2016

La NanoCar Race es una competición de máquinas de tamaño molecular que se desplazan por un nanocircuito, y solo puede verse con un sofisticado microscopio. Estos nanocoches son propulsados por pulsos de energía eléctrica que los mueven sobre una superficie de oro mantenida a - 268°C.

La prueba será la primera de este tipo y durará al menos dos días con sus dos noches, tiempo que incluye el necesario para construir átomo a átomo el carril de cada participante. El evento se va a celebrar en fechas próximas (aún por anunciar) en el Pico Lab del Centro de Elaboración de Materiales y Estudios Estructurales (CEMES / CNRS) situado en Toulouse.

Pero ¿qué es un nanocoche?
Un vehículo compuesto por una sola molécula formada por unos cien átomos y que incorpora un chasis, ejes y ruedas que rotan de manera independiente. Para que te hagas una idea de la escala de la que hablamos, piensa que un nanómetro equivale a la milmillonésima (10 -9) parte del metro. Es decir, que es:

500.000 veces más fino que la línea dibujada por un bolígrafo.
30.000 veces más delgado que un pelo.
100 veces más pequeño que una molécula de ADN.
Del tamaño de 4 átomos de silicio alineados.
La Nanocar Race tiene seis equipos confirmados, escuderías formadas por científicos de diversos centros de investigación que echarán sus bólidos a correr bajo la atenta mirada de un microscopio de efecto túnel, un instrumento para tomar imágenes de superficies a nivel atómico que es el único dispositivo capaz de seguir este peculiar gran premio.

Este aparato será también el responsable de proporcionar a los participantes la energía que necesitan para moverse. Cada equipo dispondrá de una pantalla y un control para guiar y manejar su coche.

¿Y todo esto para qué, te preguntarás? Pues para aprender a manejar moléculas capaces de moverse por una superficie transportando otras moléculas. No es ninguna tontería: el reciente Premio Nobel de Química ha recaído en el británico Fraser Stoddart, el holandés Bernard Feringa y el francés Jean-Pierre Sauvage por “diseñar y producir máquinas moleculares” controlables mediante el suministro de energía: luz, calor, carga eléctrica…

Feringa y su equipo crearon un nanocoche que se movió sobre una superficie metálica impulsado por cuatro ruedas moleculares controladas por luz y energía eléctricas, y eso abre la puerta a infinidad de aplicaciones. Por ejemplo, diseñar nanorrobots que, una vez inyectados en el organismo, busquen células cancerosas para destruirlas.