Veracruz, Ver.

     
Manolo Victorio




Espacio Abierto

La rebelión espontánea



Miercoles 4 de Enero del 2017

El caos llegó. Los jinetes de la anarquía social, delincuencia grupal anónima y saqueo, cabalgan desde hace cinco días en el país.

Hay una serie inglesa llamada Black Mirror que narra los estragos que las redes sociales han hecho de nuestras vidas cotidianas. El teléfono móvil dejó de ser una herramienta de comunicación que acerca a las personas para convertirse –literalmente- en un arma para azuzar a la turba.

Un capítulo de esta serie narra como una joven es lanzada a la calle para ser videograbada por los transeúntes a través de sus teléfonos móviles. El miedo la hace correr, la turba corre a la par, lanzando sus videos al aire, en tiempo real.

Al final, todo es un experimento teatral. Todos son actores involuntarios de una realidad fabricada artificialmente por un grupúsculo de titiriteros que mueve los hilos de una comunidad idiotizada por las redes sociales.

La realidad en este país es más escalofriante. Las redes sociales, donde el anonimato es regla no escrita, empezaron a mover la cadena virtual de mensajes respecto a una convocatoria pública para saquear el supermercado Chedraui de Casas Ponti, al norte del Puerto de Veracruz.

Enardecidos por la proximidad de los actos vandálicos del martes, la turba anónima respondió al llamado de las redes. No solo saquearon ese centro comercial; el frenesí de los saqueos se propagó con celeridad en centros comerciales como Las Palmas, El Coyol, Soriana Los Pinos, a toda tienda que exhibiera electrónicos y electrodomésticos en sus vidrieras.

Lo que hemos vivido en esta conurbación no es una manifestación social por el incremento a los combustibles. Este es el pretexto para organizarse en la formación de una turba espontanea, es la oportunidad para mezclarse con el cardumen social anónimo para delinquir sin ser detectados.

Las movilizaciones no fueron por hambre. Si la carestía hubiese sido el motor, lo primero que la plebe hubiese buscado serían los alimentos, no las pantallas televisivas, electrodomésticos y artículos suntuarios, de lujo.

Más allá del castigo a los responsables de tomar lo ajeno, que debe aplicarse como el deber ser de la ley, está la lectura inmediata: la plebe ya se percató que el teléfono celular es elemento cohesionador del anonimato, ya se dio cuenta que puede asistir a una asamblea virtual oculta en la clandestinidad.

Y eso es peligroso.

“Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino...", decía en acertadísima sentencia premonitoria Umberto Eco, el moderno Nostradamus de la Semiología.

Y este mar revuelto de los mensajes en las redes sociales se habla hasta de golpes de estado imaginarios que se van cuajando en los retuits, likes, compartir, y demás terminología cibernética donde el rumor es creído a pie juntillas sin mayor comprobación que una voz anónima o una cadena viral que habla que los militares o grupos delincuenciales no institucionalizados, tomarán a punta de fusil el poder político en una nueva versión de la república bananera garciamarquiana.

Las versiones se multiplicarán a cada instante. Las habrá distintas y distantes. Se publicitarán teorías conspiracionistas, intentonas golpistas que alegarán un caos provocado desde Los Pinos por un maquiavélico Enrique Peña Nieto para evitar ser depuesto por inepto.
El circo virtual, la caja china cibernética, la pianola de las redes sociales ha sido echada a andar.

Ya metidos en la modernidad virtual, haremos cadena de oración colectiva vía whatsapp –off course- para que los destrozos de este miércoles no se les etiqueten a la banda delictiva de duartistas que dejaron a Veracruz en emergencia financiera, en discurso machacón.

Un dato a vuelo de pájaro: los combustibles no bajarán de precio.
A menos, claro, que la turba, en un ejercicio de conciencia revolucionaria, deje de atacar Chedrauis y se atreva a desvalijar el Cuartel Militar de La Boticaria o las instalaciones de la Primera Región Naval.

Pero como no hay multitud anónima que coma lumbre o mastique vidrio quebrado, las cosas volverán a la lastimosa realidad de siempre.

Unos –la mayoría- a jalar la carreta, otros, -la oligarquía- a puyar al pueblo que hoy se rebeló y se aplacó con unas pantallas LEDS y 4K que irán a parar, irremediablemente, a los centros de empeño que fueron apedreados también.

Nunca la plebe podrá subir a la punta de la pirámide.


@ManoloVictorio
mvictorio33@hotmail.com