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Fiscal justiciera |
Lunes 29 de Marzo del 2021
Después de la huida del inefable, lacayuno y presunto delincuente, Jorge Winckler Ortiz, la tormenta en la Fiscalía General del Estado amainó con la llegada de Verónica Hernández Giadáns.
Salvo algunas pifias que tienen que ver con la egoteca, como portar una pistola escuadra y vestirse con uniforme táctico, la abogada sanandrescana ha enderezado con su trabajo cotidiano el rumbo de este monstruo burocrático que tiene más de 3 mil empleados.
Después vino el affaire de las armas largas robadas a dos agentes de la Unidad Antisecuestros, cuando un delincuente solitario abrió con facilidad de relojero la cabina de una camioneta Pickup para robarse hasta el lonche de los agentes.
La foto filtrada a los medios, tomada con una cámara oficial de la FGE de los dos cadáveres de Gladys Merlín Castro y su hija Carla Enríquez Merlín, asesinadas en su domicilio de Cosoleacaque el pasado 15 de febrero, marcó una crisis en la fiscalía.
Ahora, la entrega de los restos mortales de Eladio Aguirre Chablé, en una bolsa de nylon negro, hecha por el fiscal de Las Choapas, Alberto Torres Rivera, remeció de nueva cuenta los cimientos de la FGE, donde los protocolos, procedimientos fueron tan criminales como las prácticas usadas por la delincuencia organizada.
La imagen tristísima de Natalia, hermana de Eladio Aguirre Chablé tiene una significancia brutal, descarnada, cruda, de la realidad de los desaparecidos en Veracruz.
La fotografía fue guadaña justiciera, la escena del dolor que envuelve a por lo menos 20 mil familias veracruzanas, sirvió en siniestra analogía, para cortarle la cabeza al inhumano fiscal Alberto Torres Rivera.