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Transición Fifí |
Viernes 5 de Octubre del 2018
El machete proselitista con el que Andrés Manuel López Obrador descabezó al sistema monolítico del PRI, está desdentado.
La austeridad, principal bandera que le llevó a una cosecha de 30 millones de votos, se ha roto antes del 1 de diciembre.
Una boda fastuosa, faraónica, retratada en los excesos de una clase política que Andrés Manuel dice despreciar, ha sido una bofetada al tema de la honestidad, al no mentir y al no robar, trilogía discursiva del presidente electo.
Como pastor de una nueva clase política que privilegia el uso de Tupperware ente los legisladores morenistas que huyen de los restaurantes de super lujo de Polanco, AMLO tiene la obligación moral de predicar con el ejemplo.
Además de la predica, está el castigo. Nadie puede ofrecer espectáculos ofensivos, fastuosos, opulentos como una boda donde se sirvieron 500 colas de langosta, frente a los ojos de un pueblo que se muere de hambre y que dicen defender.
La boda de Dulce Silva y César Yáñez, el hombre más cercano al presidente electo, es una alerta preventiva.
Andrés Manuel López Obrador tendrá que ser vigilante de sus colaboradores.
Ojalá que la luna de miel entre el pueblo y AMLO no se termine antes del 1 de diciembre.
La transición Fifí está en peligro por la vanidad, lujo, fastuosidad, que se resumen en una palabra: corrupción.