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Temporada de patos |
Jueves 15 de Febrero del 2018
El asunto del agente del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) que habría desenmascarado Ricardo Anaya Cortés, candidato del PAN-PRD-MC a la Presidencia de la República, podría ser un teatro montado con el sello de la casa.
El CISEN, órgano de inteligencia del gobierno mexicano, tiene la obligación de saber que hacen los actores políticos en sus recorridos de proselitismo.
Pensar en contrasentido sería infantil.
Lo que mueve al «sospechosismo», termino acuñado por Santiago Creel Miranda, panista de vieja cepa, es que las tomas parecen «tiros» de cámara profesional, no imágenes caseras tomadas desde un teléfono móvil.
Es decir, una puesta en escena.
El otro factor de sospecha es que el escandalo reventó, otra vez en Veracruz, al más puro estilo estridente de la casa, donde el show mediático es cotidiano.
Sólo habrá que decirles a los sesudos asesores políticos que los puntos que perdió Anaya en la ultima medición, se fueron a la barra de los «pejechairos», como llama Vicente Fox a los seguidores de AMLO.
La campaña negra, los ardides montados, abonan a la cauda de Andrés Manuel López Obrador.