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Días sin esperanza |
Lunes 28 de Agosto del 2017
Los días transcurren en un terreno yermo llamado Veracruz.
La esperanza languidece entre los matorrales, a orillas de carretera, en parcelas perdidas, en los arenales de la costa, en las cuevas habilitadas como cementerios clandestinos.
En todos lados hay muertos.
Aquí el problema es encontrarlos, cavando, rastreando, oteando a la muerte, arriesgando la propia vida en esta tarea infrahumana.
Los funcionarios son portadores de malas noticias cada fin de semana.
Las transmisiones en vivo sólo sirven para actualizar el recuento de las víctimas, buenas o malas en vida, pero víctimas mortales al final del camino.
Somos los enterradores de nuestra propia ilusión, degollada, cercenada, desmembrada y semienterrada en los 212 municipios.
Escribir de este escenario cotidiano se ha convertido en una tarea circular, desgastante, infructuosa; todos los días se escribe el mismo guion, sólo cambian los protagonistas en este machote de redacción de la tragedia.
Aquí seguimos, enteros, vivos y viables.
Y eso es ganancia.