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Parálisis |
Sabado 26 de Agosto del 2017
Aquí estamos, en medio de la nada.
Nuestra realidad colectiva no cambia.
Los veracruzanos no avizoran un cambio, no perciben mecanismos de solución de los problemas sociales.
La dinámica hacia el bien común perdió el rumbo. Se ha ido a la chingada.
Somos rehenes de nuestros propios miedos, nos enjaulamos huyendo de la violencia criminal que no cesa.
Buscamos un redentor. Nos equivocamos. Ansiamos la llegada del 2018 para votar por el próximo vendedor de ilusiones.
La esperanza es necia, nos impulsa a escrudiñar quien tiene la mínima capacidad de ser el mesías tropical que nos devuelva la paz colectiva.
No pedimos mucho.
Y es que aparte de la seguridad pública en su persona y bienes, un veracruzano para ser feliz sólo requiere un trabajo que le guste y una mujer que lo quiera.
No hay fórmulas mágicas ni somos insaciables.