Excelsior / Ciudad de México / Domingo 26 de julio del 2020
“En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere”. Este fragmento de Historias de cronopios y famas, del argentino Julio Cortázar, titulado Página asesina, es uno de los más de 400 textos reunidos por Edmundo Valadés (1915-1994) en su ya clásico El libro de la imaginación.
Editada por primera vez en 1970 por la Universidad de Guanajuato, según la Enciclopedia de la literatura en México de la Fundación para las Letras Mexicanas, y publicada desde 1976 por el Fondo de Cultura Económica (FCE), esta antología “propone al lector un viaje a portentos y prodigios imaginativos, un todo fascinante en el que se animan colisiones entre realidad y fantasía”, como lo explica el mismo Valadés en la Advertencia que da la bienvenida al lector de este volumen.
El editor, cuentista y ensayista mexicano se muestra en este título como “un lector culto, una persona preocupada porque en el país se conocieran voces distintas, de diferentes lugares y épocas, alguien que tenía realmente una visión universal de la literatura”, comenta Rocío Martínez en entrevista con Excélsior.
La editora del FCE, quien acaba de entregar a la imprenta una nueva edición rediseñada de esta antología, afirma que el libro está concebido desde otro universo. “Echa luz sobre un Valadés muy fascinado por la dualidad entre realidad y fantasía. Para él era como traspasar un poco la realidad sin transformarla del todo. La elección de fragmentos breves permite potenciar un abanico realmente rico, despliega un universo literario. Todos los autores posibles”.
Y le parece aún más interesante porque “él se metía en la microficción cuando no había Twitter, cuando no estaba de moda esa idea de la brevedad. Él revalora, además del cuento, la microficción. No lo hacían muchos de los autores en su tiempo”, agrega la doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
El libro de la imaginación compila, con un tinte más literario que académico, fragmentos de obras de autores como Juan José Arreola, Cortázar, Jorge Luis Borges, Salvador Elizondo, Jaime Sabines y Gabriel García Márquez; pero también de Plutarco, Voltaire, André Breton, Franz Kafka o Thomas Mann.
Los divide en apartados como Sueños, Insomnio, Fantasmas, Espejos, Mujeres, Amor, Enigmas, Utopías, Magia o Brujos. Es decir, Valadés elige fragmentos y los acomoda en este universo, es la propuesta que le da al lector. Tenía en mente a los lectores, quería comunicarse con ellos ofreciéndoles esta variedad”, añade la catedrática.
Martínez destaca que gracias a quien fundó en 1964 la revista El Cuento, “el mundo literario mexicano conoció a muchos autores, traducciones; y, como antologador, le dio oportunidad a decenas de jóvenes; esto no se aprecia en toda su dimensión”, dice la promotora cultural.
La editora detalla que, de la primera edición de El libro de la imaginación, la de 1976, el FCE publicó 20 reimpresiones. Luego, en 2015, se lanzó una segunda edición y la versión electrónica; de ésta se hicieron dos reimpresiones. “Ahora, tomamos los archivos de la que salió en 2015. Pero la portada es nueva, con lomo azul, más fresca y atractiva. Ya está en la imprenta”, indica.
LIBRO HOSPITALARIO
Al escritor Alberto Chimal, estudioso del cuento y conocedor de la obra de Valadés, El libro de la imaginación le sigue pareciendo una gran propuesta. “Creo que una de las virtudes de estas antologías tan variadas (otro ejemplo es Cuentos breves y extraordinarios de Borges y Bioy Casares) es que ofrecen algo para casi todos los gustos y literalmente una novedad en cada página. No es fácil que un libro sea tan hospitalario”, considera.
El narrador señala que la concepción de la literatura como un ejercicio sin fronteras geográficas ni temporales “nos hace mucha falta en la época actual, en la que resulta tan fácil resaltar las diferencias entre diversos grupos humanos y fomentar la división y el odio. Parece mentira, pero se ha olvidado esa pretensión de universalidad de la literatura que los escritores del tiempo de Valadés daban por buena e irrefutable”.
El traductor aclara en entrevista que “esa universalidad era limitada en el fondo, porque se daba desde ciertos centros de poder; e, incluso, la perspectiva de El libro de la imaginación se podría juzgar limitada ahora, en el sentido de que la selección no tiene paridad de género ni contempla absolutamente todos los temas y posturas posibles. Pero lo importante en este caso es considerar la aspiración de abarcarlo todo y de lograr un efecto de enorme multiplicidad.
Valadés, como otros, es el precursor de la forma en que hoy pensamos en la escritura en redes; precisamente porque le abrió camino al cuento brevísimo, como él lo llamaba, cuando era una novedad en el mundo de la literatura impresa”, apunta.
El ensayista concluye que “eso es algo que se nos olvida también: que se podía ser transgresor e innovador antes de la existencia de las redes, y Valadés lo fue a su propia manera”.