LÓPEZ-DÓRIGA DIGITAL / Estados Unidos / Lunes 15 de junio del 2020
Julie Wei y Gary Salcedo son enfermeros, irremplazables en tiempos de pandemia en cualquier país del mundo, pero no en Estados Unidos, donde han sido despedidos por la caída de las ganancias de los hospitales.
El desplome de ingresos hospitalarios y de cirugías no esenciales durante la pandemia de COVID-19 ha servido de pretexto a un sector que en Estados Unidos no es un servicio, sino un negocio, para echar a médicos, enfermeros y demás personal, mayoritariamente de manera provisional, aunque en algunos casos con carácter definitivo.
A diferencia de gran parte de los países desarrollados, en Estados Unidos no existe la atención médica universal, por lo que la cobertura sanitaria se proporciona a través de una combinación de seguros de salud privados y fondos públicos, a través de programas como Medicare o Medicaid, destinados a gente mayor o con pocos recursos.
Así, la mayoría de los más de 6 mil hospitales del país son propiedad y están operados por empresas privadas, según datos de la Asociación Estadounidense de Hospitales (AHA, en sus siglas en inglés), mientras que el 21 por ciento son públicos.
Estos despidos durante la pandemia han ocurrido pese a que el gobierno del presidente Donald Trump ha inyectado miles de millones de dólares al sector, que ya de por sí genera unos ingresos de más de un billón de dólares anuales, en el marco de los paquetes destinados a rescatar una economía en recesión.