Forbes / Michoacán / Miercoles 30 de octubre del 2019
Reconocida como una de las entidades más vibrantes y fascinantes de la cultura mexicana, Michoacán cobra una vida especial y única durante días previos al mes de noviembre, especialmente durante el 1 y el 2 de noviembre de cada año, cuando los panteones y casas se cubren de la emblemática flor de cempasúchil, velas, fruta, pan, incienso para rendir homenaje a los seres queridos y almas que ya no están entre nosotros.
Altares, tumbas y ofrendas se adornan profusamente para dar vida a un ambiente completamente festivo y comunitario de orden ceremonial, mismo que encarna una de las atracciones culturales de México ante el mundo.
Proveniente de una herencia prehispánica milenaria que se ha venido enriqueciendo con el paso de los años, en donde la reinterpretación de otras creencias y culturas ha contribuido a que esta celebración permanezca y se renueve año con año sin perturbar su esencia, en lo que entre las comunidades se conoce como animeecheri kúinchekua: fiesta de las ánimas.
Cabe mencionar que el origen purépecha y que le dota de su brillo especial a estas fechas, es a su vez su claro distintivo y especial énfasis, por lo que éste no debe confundirse con las celebraciones que tienen lugar en las comunidades indígenas, para quienes el sentido de esta fiesta dista mucho de ser sólo diversión. Para los purépechas, pueblo indígena, conocido por su particular manera de realizar esta celebración, los motivan convicciones profundas que tiene que ver con la manera particular de concebir la vida misma en todas sus dimensiones, dotándola de solemnidad ritual y marcando una sana distancia del sentido lúdico y festivo del resto de las celebraciones enmarcadas en las actividades de Noche de Muertos.
Así mismo, y diferencia de culturas de occidente para quienes el mito equivale a relatos ficticios carentes de crédito, para el mundo indígena y para el purépecha en particular, el mito forma parte esencial del conjunto de argumentos explicativos que posibilitan la comprensión del pasado, del presente y del mundo mismo. A través del mito primigenio tiene sentido el origen del mundo, la presencia de los dioses, del agua, el cerro y el hombre como creación a partir de pelotillas de ceniza.
Durante el 1 y el 2 de noviembre, en Michoacán podremos apreciar los imponentes y hermosos altares de las casas y panteones, en donde no faltan las ofrendas, mismas que se hacen con platillos, bebidas, velas, flores de cempasúchil, fruta, platillos, inciensos y fotos. Además, se prepara y comparte comida y bebida, se lleva ofrenda, se reza, hay ambiente festivo y también ceremonial, producto del trabajo y esmero de la gente durante una semana previa, para así tener todo listo hasta que llegan las fechas esperadas cada año.
Los protagonistas
Entre los elementos más característicos del altar de muertos tradicional se encuentran:
-Flores de cempasúchil. Palabra de origen náhuatl que significa flor de 20 pétalos, esta particular flor adorna y aromatiza el lugar durante la estancia del ánima. Se acostumbra a poner caminos de pétalos que sirven para guiar al difunto del campo santo a la ofrenda y viceversa.
-Arco. Estructura que se adorna con flor de cempasúchil y fruta, el cual representa la entrada al inframundo.
-Papel picado. El papel picado de color morado (luto cristiano). El papel picado comercial incluye variedad de colores y diseños basados en las emblemáticas catrinas.
-Retrato familiar. El retrato del familiar recordado sugiere el ánima que nos visitará y que se coloca en el nivel más elevado del altar.
-Sal. Es el elemento de purificación y sirve para que el cuerpo no se corrompa en su viaje de ida y vuelta para el siguiente año. Otro elemento de purificación es la cruz de ceniza que sirve para purificar el espíritu del muerto de sus culpas pendientes.
-Velas y veladoras. Sirven de guía para que las ánimas puedan llegar a sus antiguos lugares y alumbrar el regreso a su morada. Si se ponen cuatro velas en cruz, representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa.
-Copal o incienso. El copal era ofrecido por los indígenas a sus dioses, ya que el incienso aún no se conocía. Se utiliza para alejar a los malos espíritus y para purificar el ambiente.
-El agua. El agua o bebida preferida del difunto, se ofrece a las ánimas para que mitiguen su sed después de su largo recorrido y para que fortalezcan su regreso.
-Comida. La comida que le gustaba al difunto para deleitar al ánima del que nos visita.
-El pan de muerto. La iglesia lo presenta como el “Cuerpo de Cristo”. Elaborado de diferentes formas, el pan es uno de los elementos más preciados en el altar.
-Siete Niveles. El altar original del día de muertos debe de constar de siete niveles o escalones, que representan los siete niveles que tiene que pasar el alma de un muerto para poder descansar, sin embargo, generalmente se toman los tres o cuatro niveles principales; la decisión está dentro de la persona quien lo realice.
A su vez, cada lugar de la entidad posee una manera muy significativa y especial de esperar a sus difuntos, pero sin duda para todos es un día muy especial, ya que es considerado como un acercamiento con sus seres queridos, esperando a ser descubierta y apreciada.