lopezdoriga.com / Ciudad de México / Viernes 9 de agosto del 2019
Luego de que se difundieran los rostros de los tres hombres que robaron centenarios y relojes conmemorativos en la Casa de Moneda de México, familiares de dos de ellos los delataron con las autoridades.
Con la intención de no tener problemas con la autoridad, familiares proporcionaron información sobre el joven de camisa y suéter oscuro, así como del que portaba un suéter de color claro y una mochila.
Se trata de Édgar y Pablo Tenorio, quienes son primos y originarios de la alcaldía Iztapalapa.
Sobre el individuo que desarmó y sometió al guardia de seguridad se sabe que tiene antecedentes penales por robo a mano armada.
De acuerdo con las investigaciones citadas por El Universal, los tres actuaron en complicidad con dos personas más, entre ellas una mujer, presunta pareja sentimental del joven de camisa.
Los cinco arribaron el 6 de agosto a la Casa de Moneda, sobre Avenida Paseo de la Reforma, a bordo de una motocicleta y un auto compacto; Édgar, Pablo y el hombre de gorra negra ingresaron al inmueble para el atraco, mientras los otros dos los esperaron cerca de la Embajada de Estados Unidos en México para la huida.
Una quinta persona habría girado instrucciones a los cinco desde un celular, para ejecutar el robo de mil 567 centenarios y relojes conmemorativos. Se presume que es la misma que días antes merodeó el inmueble y fue captada mediante las cámaras de seguridad.
Dos de los delincuentes escaparon en moto sobre Paseo de la Reforma, dieron vuelta en la calle Río Tíber y luego tomaron Circuito Interior hasta perderse en la colonia Verónica Anzures.
Sus cómplices tomaron una ruta distinta a bordo de un auto, pero hacia el mismo punto.
Las investigaciones apuntan a que los tres principales ladrones conocían el sistema de vigilancia de las cámaras del C5, o bien, actuaron en complicidad de alguien que sí lo sabía, para ingresar a una zona de la colonia Anzures donde no hay cámaras.
Dada la difusión de sus rostros, las autoridades creen que los implicados no han podido salir de la Ciudad de México.
Sobre los centenarios, la principal hipótesis presume que podrían ser fundidos para su venta en piezas de joyería, las cuales no podrían ser rastreadas.