Excelsior / Ciudad de México / Lunes 28 de enero del 2019
Rescatar animales de la calle no es malo, al contrario, sin embargo, hacerlo sin los cuidados necesarios podría ocasionar severas consecuencias.
Esto lo sabe bien Gemma Birch, una joven de 24 años que enfermó gravemente mientras pasaba sus vacaciones en Albufeira (Portugal) en 2014, por cuidar a una gatita callejera a la que nombró 'Catarina'.
"La dejamos entrar en nuestra habitación porque nos seguía a todos lados. La acaricié y le di leche", comentó Birch a Daily Star.
Durante su último día de vacaciones, la joven comenzó a vomitar descontroladamente y se desmayó en el vuelo de regreso a casa. Tras aterrizar la llevaron a un hospital, donde los médicos diagnosticaron que tenía una intoxicación alimenticia causada posiblemente por consumir pollo crudo, una situación extraña teniendo en cuenta que era vegetariana.
Los médicos le preguntaron si había estado en contacto con algún animal y ella contó que había pasado los últimos días acariciando a 'Catarina'. Entonces quedó claro que la fuente más probable de infección era el felino, que podría haber adqurido una bacteria mientras rebuscaba en la basura o por comer alimento en mal estado.
Birch fue dada de alta, pero días más tarde regresó tras comenzar a sentir entumecimiento en las piernas. Los médicos finalmente le diagnosticaron el síndrome de Guillain-Barre, un trastorno neurológico en el cual el sistema inmunológico ataca al sistema nervioso.
La enfermedad le afecto las extremidades y quedó postrada en una silla de ruedas.
"Perdí el control de mis intestinos y vejiga y no podía usar mis brazos o manos porque estaban muy débiles", dijo.
La joven pasó varios meses en rehabilitación, aprendiendo nuevamente a caminar y regresó a su estado normal 14 meses después del incidente.
Ahora todavía sufre de entumecimiento y debilidad cada vez que tiene una infección debido a los efectos secundarios de la enfermedad.