El País / Madrid, España / Miercoles 9 de enero del 2019
Después de más de dos semanas en el mar, bloqueados en dos embarcaciones de salvamento a la espera de que algún país les permitiera llegar a puerto, Malta ha aceptado este miércoles el desembarco de 49 personas rescatadas por ONG a finales de diciembre en el Mediterráneo.
La situación de los migrantes, entre ellos varios niños, era desesperada en los últimos días, con preocupación por su salud y la incertidumbre en aumento. Durante todo ese tiempo, la Comisión Europea negociaba con varios países el reparto de los migrantes en una solución que se improvisa cada vez, a falta de una política coordinada para actuar en estas situaciones que se repiten en el Mediterráneo.
El desbloqueo ha llegado este miércoles, cuando el primer ministro de Malta, Joseph Muscat, ha anunciado que permitiría que las 32 personas a bordo del Sea-Watch 3 y las 17 del Professor Albrecht Penck —ambos barcos de ONG alemanas, Sea-Watch y Sea Eye— pasaran a una embarcación del Ejército maltés para que puedan tramitar su proceso de acogida en otros países.
Los 49 irán a los ocho Estados que han accedido a acogerlos: Alemania, Francia, Portugal, Irlanda, Rumanía, Luxemburgo, Holanda e Italia. Además, la mayor parte de otros 249 migrantes que ya estaban en suelo maltés, rescatados en sus aguas en los últimos días, también serán trasladados a esos mismos países.
Los mensajes que iba publicando en Twitter la tripulación de uno de los barcos, el Sea-Watch 3 —que han estado 19 días en el mar esperando puerto, un dramático récord—, iban tomando un tono más sombrío conforme pasaba el tiempo. “Día 17 en el mar. Hay episodios de personas que rechazan comida. Tememos que su estado psicológico y de salud se deteriore significativamente. No podemos creer que todo esto ocurra a pocas millas de las costas europeas”. El día anterior, el médico del barco contaba esto en un vídeo: “La situación a bordo se está volviendo más inestable y el nivel de estrés crece. La gente está traumatizada cuando es rescatada y ahora la incertidumbre está generando un estrés adicional”. Cuatro días antes, desde el barco se informaba de que uno de los migrantes se tiró al agua en un gesto desesperado por alcanzar la costa. Minutos después fue rescatado de nuevo. El último parte antes de que llegara una solución muestra una foto con el recorrido del barco en los últimos días: un garabato de idas y venidas cerca de Malta mientras los Gobiernos negociaban cómo repartirse a las personas. “No ha sido sencillo” lograr el pacto, ha dicho el comisario de Migraciones de la Unión Europea, Dimitris Avramopoulos.
El rescate de personas en el Mediterráneo se ha convertido en un punto de fricción en Europa. Desde que en junio Italia, con el xenófobo ministro del Interior Matteo Salvini, decidiera cerrar sus puertos, otros países como Malta han seguido el ejemplo y solo como último recurso han aceptado atraques y se han hallado soluciones para cada caso al no haber sido capaces de articular una política común al respecto. El primer barco que se vio en esta situación fue el Aquarius —que dejó de operar en diciembre—, que tras salvar a 630 migrantes estuvo varios días navegando hasta que finalmente España ofreció un puerto seguro.