Manolo Victorio / Veracruz, Ver. / Domingo 6 de enero del 2019
1. Acto agrario, sin campesinos.
Han transcurrido 104 años. Todo sigue igual. Los campesinos sólo son un relleno, utilería humana usada por sus dirigentes para sacar beneficios políticos… y dinero, mucho dinero.
La escena parece un retrato en sepia de la docena trágica: líderes senectos lanzando a la nada discursos interminables sobre la necesidad de que la justicia aterrice, después de 104 años al aire, en el campesinado.
«Hay que darle de comer a quienes nos dan de comer», dijo en un discurso un dirigente campesino, uno de la docena de oradores que repitieron lo mismo bajo la estatua despostillada de Venustiano Carranza, aquí, en este Puerto de Veracruz donde hace 104 años se promulgó la Ley Agraria.
Los campesinos de la Unión General Obrero Campesina y Popular (Ugocep) y de la Confederación Nacional Campesina (CNC) se agolpaban contra la primera valla, sembrada por el personal de Acción Social del gobierno de la Cuarta Transformación en Veracruz.
Unos metros adelante había otro retén, después, la banda de música de la primera Región Naval… y los funcionarios fifís de los gobiernos federal y estatal, encabezados por Cuitláhuac García Jiménez.
En una contradicción rampante, los campesinos, piedra angular de la filosofía obradorista del «primero los pobres», se quedaron afuera, a rayo de sol… esperando como lo han hecho 104 años, una ley que se ha quedado en letra muerta, que no les ha hecho justicia.
La consigna de la República Amorosa de no separar, de no dividir ni marginar a los pobres con vallas perimetrales, también es letra muerta en Veracruz.
Acostumbrados al sol y a pasar hambre, hombres y mujeres guardaron sus banderas y se fueron a la orilla del Malecón del Paseo a maravillarse con las maniobras de atraque de un barco granelero que traía un cargamento de maíz, al puerto de Veracruz, puerta de entrada al maíz importado, en un país donde nacieron los hombres del maíz.
Lo único narrable para el reportero fue que ahora sí, después de 104 años, a los dirigentes que han vivido de los hombres del campo, los relegaron a una tarima, lejos del poder emanado en la Cuarta Transformación.
2. Coletazos priístas en el WTC.
Aquí sí, están reunidos todos los villanos. No se abrazan, pero si se sientan en la primera fila de un acto agrario con resabios priístas. Alcaldes panistas como Fernando Yunes Márquez, sentado entre puro sombrerudo; más allá, al centro, Humberto Alonso Morelli alcalde de Boca del Río que cada día se pone más moreno, se codea con Héctor Yunes Landa, sentado por los encargados del protocolo, lejos del sobrino.
Es una escena de estertor de un PRI moribundo que se niega a dejar huérfanos a los campesinos que vienen con sus banderas de Ugocep, CNC y demás organizaciones agrarias que, eso sí, en cumplimiento cabal de la movilización, les dieron contenedores con sándwich, tetrapack de juguito de naranja y papás fritas, aunque la frase suene trilladísima, eso observó el reportero.
104 años de la Ley Agraria. El PRI se niega a irse por qué se refleja en los discursos de la 4a. Transformación.
«El cenecismo veracruzano mostró el músculo este domingo durante la celebración del 104 aniversario de la Promulgación de la Ley Agraria, al congregarse cerca de 10 mil campesinos provenientes de todo el país, quienes, en completa unidad, refrendaron su propósito de lograr la justicia social que merece el campo mexicano», dice el lead del comunicado de la CNC en Veracruz.
Los discursos del mediodía en el WTC son los mismos, los oradores sólo se cambiaron la guayabera sudada del acto del Faro Carranza.
El titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural del gobierno de México, Víctor Villalobos Arámbula, dormita con los discursos soporíferos, la lideresa nacional del PRI, Claudia Ruiz Massieu ve extasiada a la muchedumbre de campesinos, sector que le dio la espalda al tricolor para montarse en las vías de la Cuarta Transformación.
En la fila del priísmo trasnochado se vio a un Miguel Ángel Osorio Chong, arquetipo de lo que pudo ser y no fue.
Ismael Hernández Deras, dirigente del cenecismo nacional se desgañitó en los discursos para justificar su trapecismo del Senado a la Cámara de Diputados.
El único contento porque llenó de campesinos el WTC era Juan Carlos Molina Palacios, dirigente estatal de la CNC.
Terminados los discursos, los campesinos enrollaron las banderolas, buscaron a sus parientes, se enfilaron a los autobuses y regresaron a sus comunidades y ejidos… por lo menos un domingo tuvieron la oportunidad de ver el mar.