El País / Túnez / Martes 27 de noviembre del 2018
Tras haber pasado por Abu Dabi, Bahréin y Egipto, el príncipe heredero saudí llega este martes a Túnez donde tan solo pasará unas horas para entrevistarse con el presidente Béji Caïd Essebsi. La estrategia de Bin Salmán para limpiar su imagen internacional con esta gira por los países aliados no le va a salir muy bien en Túnez, donde la sociedad civil se ha movilizado para mostrar su total rechazo a la visita del heredero saudí.
A finales de esta semana Bin Salmán participará en la cumbre del G20 en Argentina. La ONG Human Rights Watch ha pedido a la justicia del país que investigue la implicación del príncipe heredero en los supuestos crímenes de guerra cometidos por Arabia Saudí en Yemen así como su posible complicidad en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
El día anterior a su recepción, un gran póster desplegado en la fachada del sindicato de periodistas captó la atención de las redes sociales no solo en Túnez. En ella, se veía la impresa la imagen de un hombre de espaldas, ataviado con un vestido tradicional saudí que representaba al príncipe heredero saudí Bin Salmán, con una sierra eléctrica en la mano. El mensaje era claro y contundente: “No a la profanación de la tierra de la Túnez revolucionaria”. “La revolución tunecina ... no puede recibirle y permitirle blanquear un asesinato”, espetó en una rueda de prensa Sukaina Abdesamad, representante de la asociación de reporteros, que ha presentado una querella contra la visita del príncipe. “Sabemos que no tiene recorrido, pero es una medida simbólica, para enviar un mensaje”, explica el abogado Nizar Buhlel.
El sindicato de periodistas ha liderado las movilizaciones, pero no es la única organización de la sociedad civil del país en expresar su rechazo. La histórica asociación feminista ATFD fue una de las que convocó dos manifestaciones, lunes y martes, en la céntrica Avenida Bourguiba de la capital, a las que acudieron centenares de personas, la mayoría jóvenes. Tres de las manifestantes acudieron disfrazadas de payasas, sosteniendo varias piezas de maniquí ensangrentadas, en referencia al desmembramiento del cadáver de Khashoggi en el consulado saudí de Estambul. "El pueblo quiere la expulsión de Bin Salman!", y "Bin Salman asesino!" fueron los cánticos más repetidos entre banderas de Túnez, Palestina y Yemen.
“El verdugo de las mujeres no es bienvenido”, rezaba el folleto que entregaba una activista de la ATFD. Precisamente, esta semana Amnistía Internacional publicó un informe que denunciaba las torturas y abusos sexuales a los que han sido sometidas varias prominentes feministas saudíes arrestadas en los últimos meses. El hashtag #No_es_bienvenido inundó las cuentas en las redes sociales de los tunecinos más politizados que siguen reivindicando la Primavera Árabe. En sus mensajes, además del asesinato de Khashoggi, muchos justificaban su postura también por las masacres en Yemen cometidas por la aviación saudí.
El consejero del presidente Essebsi, Nureddin Ben Ticha, quiso contrarrestar estas críticas asegurando que Bin Salman sí será bien recibido en Túnez. El Gobierno tunecino, formado por dos partidos antagónicos, Nidá Tunis cercano a Riad y Abu Dabi, y Ennahda, aliado de Catar, ha permanecido más bien neutral frente a las querellas intestinas del Golfo Pérsico. Sin embargo, a finales de septiembre, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado en el que, además de condenar la ejecución de Khashoggi, hacía una llamada a no utilizarlo como excusa para atacar a Arabia Saudí para “preservar su estabilidad”.
El gobernante saudí halló un recibimiento muy diferente en Egipto, un país gobernado con puño de hierro donde las protestas antigubernamentales han desaparecido de las calles, pues se suelen castigar con varios años de cárcel. El mariscal Al Sisi se desplazó al aeropuerto para recibir sobre una alfombra roja a Mohamed Bin Salmán, una forma de agradecer el ingente apoyo que obtuvo su régimen en el periodo de transición por parte de Riad, y que podría ascender a más de 10.000 millones de euros. A Riad y El Cairo les une un mismo adversario, los Hermanos Musulmanes, que gobernaron Egipto tras vencer en sus primeras elecciones democráticas y fueron desalojados del poder por un golpe de Estado en 2013.
Tras su breve estancia en Túnez, está previsto que el controvertido príncipe heredero saudí se desplace a Argelia y Mauritania antes de dirigirse a Argentina para acudir a la cumbre del G-20. En América Latina, podría esperarle también una recepción agitada. La ONG Human Rights Watch ha presentado una denuncia ante la Justicia argentina en la que acusa a Bin Salmán, por su condición de ministro de Defensa de Arabia saudí, de haber violado el derecho internacional en Yemen y cometido presuntos crímenes de guerra por su participación en el conflicto del país vecino. El escrito también describe su posible complicidad en graves denuncias de tortura y otros malos tratos de ciudadanos saudíes, incluyendo el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.