El País / Bruselas / Miercoles 21 de noviembre del 2018
El tiempo para rectificar llegó a su fin. Roma ha decidido mantener su órdago a Bruselas con todas sus consecuencias. Y estas han llegado. La Comisión Europea ha decidido este miércoles poner en marcha la maquinaria para meter a Italia dentro de su brazo correctivo después de que el Ejecutivo de Giuseppe Conte haya persistido en unos Presupuestos que violan las normas comunitarias. En plata: la UE ha propuesto a los países de la zona euro que Italia entre en un proceso de estricta vigilancia que, en última instancia, puede desembocar en sanciones. "Italia no está respetando el criterio de deuda y, por tanto, está justificado un procedimiento de exceso de deuda", ha afirmado el comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se reunirá con el primer ministro italiano Giuseppe Conte el sábado para abordar la nueva etapa de la crisis entre Bruselas y Roma. En este nuevo estadio de las relaciones entre ambas instituciones, la Comisión Europea se guiará, en palabras de Moscovici, bajo dos máximas: "diálogo" y "sangre fría". Las conclusiones a las que ha llegado el Ejecutivo comunitario tras examinar los números de Italia son demoledoras. De entrada, el proyecto de Presupuestos, según el vicepresidente comunitario Valdis Dombrovskis, ya incurre en un "incumplimiento particularmente grave de las recomendaciones del Consejo Europeo". Pero además, por quinto año consecutivo, Bruselas advierte a Roma sobre su deuda. La diferencia es que, en esta ocasión, ha decidido iniciar los trámites para incorporarla en su brazo correctivo. "Estamos preparados para seguir con el diálogo, pero esta situación es necesario afrontarla ya", ha afirmado el vicepresidente de la Comisión.
La Comisión Europea ha constatado que, de acuerdo con los números enviados por Roma, la situación italiana no mejorará en los próximos dos años. Es más, el deterioro del déficit estructural (el que excluye los factores vinculados al ciclo económico) hará que el país requiera más deuda. "Italia prevé esencialmente un importante endeudamiento adicional en lugar de la necesaria prudencia fiscal", ha añadido Dombrovskis. Y, como advertía recientemente el Fondo Monetario Internacional, ello puede hacer que la expansión fiscal tenga los días contados y Roma deba aplicar medidas de austeridad una vez se halle ahogada en la deuda pública.
El Gobierno italiano daba ya por descontada la decisión de Bruselas el martes por la noche. También los mercados, que ayer dispararon la prima de riesgo hasta los 330 puntos. El primer ministro Conte ha subrayado que intentará dialogar y hacer valer las bondades de su proyecto económico al presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, en su cena del próximo sábado. El problema es que el choque con la Comisión está resquebrajando silenciosamente la alianza entre La Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), que empiezan a tener visiones distintas del acercamiento. Especialmente con unas cruciales elecciones europeas en mayo, donde ambas formaciones medirán definitivamente sus fuerzas para una hipotética crisis de gobierno con adelanto electoral. Pero, sobre todo, unos comicios tras los que ambos confían en que se produzca un gran cambio en el mapa de posibles alianzas en Europa.
Matteo Salvini, como suele hacer, se ha burlado de la reacción de Bruselas: "Ahora esperamos la carta de Papá Noel". En privado, sin embargo, el líder de la Liga lleva días abriendo la puerta a una posible modificación de los presupuestos antes de que se aprueben definitivamente en el Senado y el Congreso a finales de diciembre. Una idea de fondo que comparte el M5S para ayudar a calmar a los mercados, la principal preocupación ahora mismo del Gobierno. Pero la discrepancia se encuentra en el fondo de la revisión. La Liga estaría dispuesta a mayores retoques, mientras los grillinos no piensan tocar los puntos cardinales de su programa, que constituyen el principal problema.
La crisis italiana ha abierto un intenso debate en el seno de la Comisión Europea, que ha buscado el equilibrio entre la firmeza ante las provocaciones de los líderes italianos y la mano tendida para no alimentar el discurso populista. Los países miembros de la zona euro, además, han cerrado filas con el Ejecutivo comunitario que preside Jean-Claude Juncker. La consigna ha sido no repetir los errores cometidos con Grecia, cuando se planteó una batalla entre los defensores de la austeridad, liderados por Alemania, y los países del sur, acuciados por la hemorragia en sus cuentas públicas y la presión de sus primas de riesgo.
Aprobación de los socios del euro
Los socios del euro deberán avalar la decisión de la Comisión en el próximo Ecofin de diciembre."No veo ninguna razón para que estén en desacuerdo con lo que la Comisión, de forma rigurosa, ha analizado", ha sostenido Moscovici. Hasta ahora, apenas Holanda y Austria han alzado algo la voz respecto al tono general exigiendo a Italia una rectificación de sus cuentas. El resto de países apenas se han salido del discurso general, que ha consistido en el apoyo sin fisuras a la Comisión Europea y la advertencia de que las reglas son iguales para todos y están para cumplirse. Nada, sin embargo, ha hecho moverse al Ejecutivo de la coalición del Movimiento 5 Estrellas y la Lega, que en su última carta a Bruselas lo dejó claro: esto es lo que hay. Y lo que hay es un presupuesto que viola las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) con un objetivo de déficit del 2,4%, el triple de lo comprometido por el anterior Gobierno.
Los intentos de conciliación de su ministro de Finanzas, Giuseppe Tria, se han estrellado con las provocaciones de los vicepresidentes Luigi di Maio y Matteo Salvini. El primero, alabando la política fiscal estadounidense, y el segundo, con reiteradas provocaciones e incluso insultos a los dirigentes de la Comisión Europea. El diálogo que mantuvieron Moscovici y Tria apenas sirvió para que las cuentas italianas incorporaran varias cláusulas de salvaguardia para asegurar que el déficit no rebasaría ese tope del 2,4%.
El deterioro de ese desfase presupuestario se debe a un incremento del gasto derivado de la renta ciudadana (9.000 millones) o la reforma de las pensiones (6.500 millones) y una rebaja de impuestos (1.200 millones). Bruselas opina, sin embargo, que el plan italiano, además de violar las leyes europeas, tiene dos puntos débiles: sobreestima el crecimiento económico del año que viene e ignora las tensiones en los mercados de deuda, que aumentará la factura del Ejecutivo italiano por los intereses de las emisiones de bonos. Según la Comisión, esos factores llevarán a que el déficit italiano vuele más allá del 3%, fuera también de los límites del PEC.