Excelsior / Ciudad de México / Jueves 15 de noviembre del 2018
Murió ayer, a las 9:05 horas, Fernando del Paso (1935-2018), el lobo estepario de las letras mexicanas que ganó celebridad con sus novelas José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio, tres ejercicios con los que edificó su propio Templo Mayor a partir del relato trágico de nuestra historia, una catedral barroca que lo convirtió en un estilista del lenguaje, uno de los narradores más grandes de América Latina.
Escritor, dibujante y diplomático, falleció a los 83 años a causa de una broncoaspiración en un hospital de Guadalajara. Por la tarde sus restos mortales fueron trasladados a la funeraria Gayosso (avenida Vallarta), donde estuvieron su esposa Socorro Gordillo y sus hijos Alejandro, Adriana y Paulina.
Hoy recibirá un homenaje de cuerpo presente en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la Universidad de Guadalajara, a las 13:00 horas. Luego sus restos serán cremados y viajarán a la Ciudad de México, donde se realizará un segundo homenaje al mediodía de mañana, en el Palacio de Bellas Artes, para retornar a su casa de Guadalajara, como informó Paulina, la hija menor del narrador y ensayista, a Excélsior.
"Es difícil hablar en estos momentos, pero estoy muy agradecida de haber tenido el papá que tuve, con el talento que tenía, con su sentido del humor. Me encanta saber que él va a seguir vivo a través de sus libros, que son muy densos; voy a celebrar su recuerdo leyéndolo. Es un día triste para nosotros", añadió.
Fernando del Paso Morante nació el 1 de abril de 1935 en la Ciudad de México. Su trayectoria como escritor en México y Europa le valió premios como el Cervantes y el Rómulo Gallegos.
Por muchos años fue un clásico en vida y "el autor más barroco del siglo XX", el prosista que entregó su vida a la belleza del castellano, un narrador solitario que hizo del ensayo su mejor experimento y quien encontró refugio en la prosa de Juan Rulfo y la poesía de Miguel Hernández. También asumió la crítica al México de nuestro tiempo y escribió poemarios como De la A a la Z por un poeta (1988), Paleta de diez colores (1990) y Sonetos del amor y de lo diario (1997).
Desde 1992 fue director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz en la UdeG y un invitado permanente a la FIL Guadalajara, donde recibió el Premio principal en 2007 y este año presentaría la reedición de su libro La muerte se va a Granada, una obra de teatro sobre el poeta Federico García Lorca.
UNA FRUSTRACIÓN
En una entrevista con Excélsior, Del Paso se autodefinió como un testigo de su tiempo que más tarde se mudó a la historia; un hombre solitario lleno de curiosidad, un lobo estepario que encontró en Rulfo y Miguel Hernández la inspiración y su vocación como escritor.
Y aunque reconoció que era “un médico frustrado”, tras abandonar la idea de estudiar medicina, esa frustración se borró con la publicación de Palinuro de México, en 1977. “Yo era un médico frustrado, aunque la biología en general siempre me gustó… y me consideré frustrado un tiempo cuando ya no estudié medicina y me dediqué a trabajar en publicidad. Pero Palinuro me borró esa frustración; me di cuenta de que la ciencia habría preferido siempre los aspectos literarios y románticos. De modo que, quizá, no habría sido un buen médico. Digamos que Palinuro cumplió esos deseos de una manera misteriosa”.
Además, reveló que al inicio de su carrera pensó que los grandes autores ya lo habían escrito todo. “Uno de los grandes pesos que tenía yo, junto con otros autores mexicanos y latinoamericanos de mi generación, es que nos parecía a veces que todo ya estaba hecho. Nos habían precedido no sólo Goethe, Shakespeare, Dante y Cervantes, sino James Joyce, William Faulkner, Marcel Proust y Kafka… Entonces uno se preguntaba qué iba a hacer si todo estaba escrito… pero con esfuerzo, trabajo y fe supimos superar eso”.
ARQUITECTURA ANTIGUA
Tras el deceso, el crítico peruano Julio Ortega recordó que conoció a Del Paso en 1969 en la Universidad de Iowa. “Todos habíamos celebrado el talento narrativo que mostró en José Trigo (1966), pero por entonces escribía Palinuro, quizá su obra maestra. Hablaba de su novela sin decir nada sobre ella. Prefería hablar del largo aliento de algunos novelistas modélicos: Joyce en primer lugar, pero también Faulkner.
"La leyenda dice que Fernando escribió tantos borradores y dedicó tantos años a cada libro suyo, que en cada uno tenía que ser otro autor, capaz de empezar otra vez de cero. Fue el único escritor mayor que nunca compitió con nadie, porque competía laboriosamente consigo mismo”, explicó.
También recordó lo que pasó cuando el autor supo que lo propondrían para el Nobel. “En un coloquio que le dedicamos en el TEC de Monterrey, haciendo balances de su calidad duradera con Inés Sáenz, que es gran lectora de su obra, decidimos escribir una carta formal a la Academia Sueca proponiéndolo para el Premio Nobel.
"(Pero) cuando se enteró de nuestra apuesta, comentó: antes tendría que ganar el Premio Municipal. Pero era de tan amplios plazos y promesas cumplidas, que nos deja una obra equivalente a la arquitectura antigua: Fernando levantó otro Templo Mayor, hecho por el relato trágico de nuestra historia y su porfiada promesa de futuro”, expresó.
EN LA FIL Y EN EL FCE
Por la tarde, José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica (FCE), sello editorial que posee los derechos de toda su obra, expresó que la muerte de Del Paso le causa “un profundo dolor”, pero al mismo tiempo es una oportunidad para valorar una obra no sólo original, sino grandiosa.
Y reveló que aún está pendiente de publicación el tercer tomo de su antología ensayística sobre las religiones. “(Este libro) es de una cultura impresionante y un enfoque libre, tolerante y humanista. No había fecha (de entrega), esperemos que nos haya dejado algo de este material. Lo veremos con su familia”, dijo.
Marisol Schulz, directora de la FIL Guadalajara, también lamentó el deceso del autor de Linda 67: historia de un crimen y confirmó a este diario que con el fallecimiento del autor se deberá ajustar el programa del encuentro librero.
"Nos mueve a hacerle un gran homenaje; es un acto de justicia, pero aún no sabemos cómo será. Hoy (ayer), la vida nos golpeó con la noticia. Él iba a presentar La muerte se va a Granada, participaría en un homenaje por los cien años del natalicio de Juan José Arreola todo eso se modificará”, añadió.
Por su parte, la escritora Elena Poniatowska, también ganadora del Premio Cervantes, recordó a Del Paso como un hombre lleno de luces; lo definió como un Joyce latinoamericano que no le temía a ese aluvión de palabras que plasmaba como cascada en sus obras.
DESGARRA Y ROMPE
Otros autores compartieron su pesar a través de las redes sociales. Como Élmer Mendoza: “Hay noticias que desgarran, que rompen los relojes. Quería y quiero a Fernando del Paso como uno de mis padres literarios. Adoro esa escritura móvil, crujiente y misteriosa. Esa literatura que es pregunta infinita y juego sueco”.
Además del narrador y editor Yuri Herrera: “Fernando del Paso es uno de esos escritores que entendió que las reglas de la lengua en la que escribía no eran un límite sino un punto de partida.”
Los políticos también manifestaron su pesar, desde el presidente Enrique Peña Nieto: “Fernando del Paso enriqueció el patrimonio cultural de México. Su obra es un invaluable legado para las letras en español”.
El presidente electo Andrés Manuel López Obrador: “Es una irreparable pérdida para la literatura mexicana. Hasta hoy, era el mejor escritor vivo del país. En lo personal, nunca olvidaré el apoyo que me dio durante el desafuero. Mi pésame a sus familiares y amigos”.
Y Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente electo, escribió en sus redes sociales: “De los últimos en la generación del boom literario, Fernando del Paso fue maestro en la creación de personajes. Pocos como él para reiterar en sus obras que los autores sólo son vehículos de voces que quieren expresarse".