Aristegui Noticias / Ciudad de México / Viernes 21 de septiembre del 2018
Narrador de prosa aguda e imaginación fantástica. La tradición del cuento mexicano no se puede entender sin la presencia de Juan José Arreola (1918-2001). A propósito del centenario de su nacimiento diversos autores revisan el legado del autor de Confabulario, La feria o Varia invención.
Para Javier García-Galiano, Arreola es un autor cuya lectura aún depara asombros. “Arreola parecía poder convertirlo todo en literatura lo que quizá importaba asimismo una forma de descubrir y admirar el universo”.
Lo recuerda también como un editor generoso. “En tu taller se formaron escritores muy distintos como Gerardo de la Torre, Federico Campbell, Guillermo Fernández o Elsa Cross. Fue fundador de la Casa del Lago y estuvo en el origen de Poesía en Voz Alta. Editó revistas y fue maestro en la Facultad de Filosofía y Letras. Quizá por el espectáculo que creó de sí mismo como personaje, no se ha valorado su labor como lo que llaman “un intelectual”. Ha sido uno de los grandes incitadores de la cultura en México”.
Añade que, en perspectiva, la obra del tapatío conforma una obra perfecta como un poliedro. “Quizá su gran influencia no sea obvia, acaso resulta invisible, pero tengo la certeza de que persiste, aunque aquellos que están influidos por él no lo adviertan. Estoy asimismo seguro que no dejará de tener lectores sagaces como lo merece su escritura”.
J. M. Servín recuerda la literatura de Juan José Arreola como una ventana hacia universos fantásticos y únicos dentro de la tradición mexicana. “Lo leí de muy joven y me atrapó su capacidad imaginativa, su lenguaje preciso y elegante, rico en imágenes mordaces e irreverentes. Su literatura fue la puerta de entrada a un universo de imaginación desbordada y posmoderna. “El guardagujas” y su aparente sencillez formal aparece en mi escritura como un referente para abordar el desconsuelo y la enajenación del individuo atrapado en la ruta incierta de su destino”.
Entre sus grandes aportes, destaca su capacidad para asumir la literatura como “un riguroso compromiso con el lenguaje, lo lúdico, la sensualidad y el absurdo. Como personaje, su desparpajo erudito y provocador a veces incomprendido, Arreola es probablemente el escritor mexicano que asumiendo un papel de histrión, mejor acercó a las masas a la literatura, gracias a sus apariciones en televisión como conversador”.
Pedro Ángel Palou, por su parte lo coloca en la misma línea de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. “Confabulario está en la misma línea que el Cortázar de La vuelta al día en ochenta mundos o del Borges de Ficciones. Su prosa límpida y efectiva -que no efectista- es producto de su propia destilación literaria. Creo que Arreola es más una ambición -escribir como él, ser tan diáfano, tan solo aparentemente simple- que una influencia en mi caso. Sin embargo, era como la contraparte rulfiana que necesitaba mi generación, y que también teníamos en Elizondo. Su mejor libro, indudablemente, es La feria. Su carácter fragmentario, su perfección formal, su economía. Acaso es nuestra novela perfecta”.
Inventor de mundos fantásticos
La relación que Enrique Serna guarda con Juan José Arreola es la de un lector agradecido y devoto. “Era un fabulador en estado puro, con una capacidad formidable para inventar mundos fantásticos. Le agradezco mucho la aparente ligereza de sus ficciones. Era un genio con un gran poder de condensación para decir mucho en pocas palabras. Una de las mejores novelas de amor que se han escrito es su prodigioso ‘Cuento de horror’: “La mujer que amé se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de las apariciones”. Sólo por eso tiene asegurada la inmortalidad”.
Quizá, entre los autores mexicanos que más han abrevado de su literatura es Alberto Chimal. “Sin duda para mí es un escritor muy importante e influyente. Algunas de mis primeras lecturas en la infancia, de las decisivas, fueron de textos suyos. Hasta ahora sigo pensando que su manera de contar y de evocar en extensiones pequeñísimas es muy importante en mi propio trabajo. Yo creo que su mayor aportación es el haber usado el castellano para volverlo poroso, para abrirlo a una gran cantidad de posibilidades de transformación e influencia. Las más obvias son sus referencias eruditas, pero no hay que olvidar que también retomó el lenguaje del campo, de la sociedad lejana al privilegio en la que nació. Para mí su gran libro siempre será Confabulario, aunque mi edición ideal tiene textos agregados de sus otros libros, como la de mi infancia”.
Pese a su importancia, el crítico Héctor Orestes apunta que entre las nuevas generaciones la influencia de Arreola es irregular. “Su mayor aportación es la de haber compuesto una obra singular, mexicana y universal. Y perdurable. Relatos como ‘El guardagujas’ nunca caducan. La búsqueda del fraseo perfecto, del periodo perfecto, del párrafo perfecto es algo muy respetable y admirable. Solo por ello, los jóvenes deberían volcarse a la lectura cuidadosa de Arreola. Sin embargo, las nuevas generaciones, en especial en las jóvenes escritoras mexicanas, no encuentro mucha influencia de Arreola, era muy misógino. En el mismo sentido, en escritores varones de generaciones más recientes no me atrevería a trazar una filiación arreoliana. Tengo la convicción que su influencia se ha ido diluyendo con el paso de los años. No creo que, entre los lectores del siglo XXI, La Feria despierte la pasión lectora que alcanzó en los años sesenta y setenta. La capacidad imaginativa de las nuevas generaciones está siendo demasiado golpeada por las estructuras narrativas y el impacto visual de las series de Netflix”.