Excelsior / Tabasco / Jueves 30 de agosto del 2018
En la última semana, Excélsior presenció la muerte de dos manatíes frente a la Ranchería El Cañaveralito, donde la población está desesperada porque lleva más de tres meses sin poder pescar y tomar agua de los canales, que alojan decenas de pozos de petróleo y gas natural de Pemex, y que son su única fuente de abastecimiento, debido a la precaria situación económica que predomina en la región.
La cifra oficial de ejemplares muertos por causas todavía desconocidas desde el 18 de mayo, es de 34, de acuerdo con las más recientes declaraciones de Rafael Pacchiano, titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Pero la realidad es que muchos de los manatíes que aparecen flotando inertes en el agua, ya ni se cuentan, porque se dejan ir hacia el río Usumacinta o los entierran en las propias comunidades, ante el poco interés de las autoridades estatales y federales, denunció Inés García Arias, delegada de la Ranchería San José Jonuta.
En tono molesto, reveló que en los pantanos de Centla, supuesta área natural protegida, prácticamente todos los días la gente encuentra un manatí muerto.
Lo mismo ocurre en el municipio de Macuspana, en los siete Bitzales, Nabor Cornelio, Pitahaya, Los Güiros y El Venadito, donde Silviano Caño Ortiz, delegado de la Ranchería Los Naranjos Segunda Sección, asegura que llevan contabilizados 63 decesos de ejemplares de esta especie en peligro de extinción.
“La mayoría de los manatíes los hemos enterrado nosotros, porque no viene la autoridad; ellos han enterrado si acaso la mitad, por eso traen otra cuenta”.
Silviano recordó que en su poblado, los primeros animales que empezaron a morir por la contaminación del agua, fueron las iguanas y los monos aulladores o saraguatos, que eran parte de su atractivo turístico, y de donde la gente obtenía algunos ingresos por llevar a los visitantes a observarlos.
Juan Carlos Acosta, delegado de la Ranchería Bitzal Cuarta Sección indicó que en esta localidad se registra la muerte de nutrias o perros de agua, que son el único depredador del pez diablo, plecostomus o limpia peceras, especie exótica invasora introducida a México, que tiene un fuerte caparazón.
“El perro de agua come el pez diablo, que es uno de los animales que más tarda en morir, porque puede estar en el lodo y durar varias semanas, bueno pues los peces diablo empezaron a morir y en seguida los perros de agua que se comieron a estos animales”, explicó.
La Norma Oficial Mexicana 059 establece que el mono saraguato es una especie en peligro de extinción y las nutrias tienen la categoría de especie amenazada, que corre el riesgo de desaparecer en el corto o mediano plazo por el deterioro o modificación de su hábitat.
En recorridos en lancha por Centla y Macuspana, pudimos observar que los peces siguen muriendo. Carpas, robalos, agujones, maruchas y pejelagartos son recogidos sin vida del agua por las cooperativas de pescadores con la idea de que no sigan envenenando su fuente de trabajo, y pronto puedan volver a vender el producto.
La muerte de un manatí
Cuando arribamos a la Ranchería El Cañaveralito, Víctor Gómez Hidalgo nos señaló con el dedo índice el bordo del canal donde estaba amarrado el cuerpo de un manatí flotando junto a plantas de lirios.
Se trataba de una cría de aproximadamente seis meses, más de 20 kilogramos de peso y 1.20 metros de largo, que había pasado dando tumbos en compañia de su madre, y luego de un rato apareció muerta.
Los pobladores reportaron de inmediato el hallazgo al Instituto de Protección Civil del Estado, con la esperanza de aportar pruebas que pongan fin a la emergencia.
La respuesta llegó 24 horas después. Inspectores de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de la Secretaría de Energía, Recursos Naturales y Protección Ambiental de Tabasco (Sernapam), se presentaron con la intención de enterrar el ejemplar y dar por terminado el incidente.
David Gustavo López, técnico de la Sernapam, hizo algunos cortes a la cría y después de urgar algunos segundos en sus entrañas, descartó “indicios de patógenos o algo por estilo”.
Ante la molestia expresa de los pobladores por este diagnóstico realizado a simple vista, y sin ninguna prueba científica, los servidores públicos tomaron la decisión de llevarse el corazón del manatí, para evitar más reclamos, pero sin seguir los protocolos para una debida cadena de custodia, ya que no contaban siquiera con una hielera para conservar el órgano en su traslado.
Posteriormente, cavaron un hoyo, colocaron cal y enterraron al ejemplar. Al ser cuestionados sobre cuántos manatíes han encontrado muertos en la región, dijeron que no pueden dar datos, porque tienen la orden expresa de no hablar de cifras.
MONITOREAN ALGAS NOCIVAS
En otro de los frentes abiertos en el sector ambiental, la Profepa dio a conocer que continúan los trabajos de investigación para conocer las causas de la muerte masiva de manatíes en Tabasco, que iniciaron hace más de tres meses.
En un comunicado, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), señaló que esta semana iniciaron las acciones de monitoreo de florecimiento de supuestas algas nocivas.
“Un grupo de especialistas comenzó recorridos acuáticos para, mediante indicadores ambientales, identificar sitios con florecimiento de cianobacterias, esto con el objeto de cuantificar la densidad de algas nocivas, comprobar la existencia de cianotoxinas en columna de agua, sedimentos y organismos”, precisó.
Se buscan indicadores ambientales como coloración de aguas, olor y sabor, así como exceso de materia orgánica o espuma. La Profepa subrayó que la Conagua presentará los resultados del análisis de agua a mediados de agosto.