Mediotiempo / Ciudad de México / Jueves 16 de agosto del 2018
Dos buenos Mundiales no le han valido a Guillermo Ochoa para llegar a los grandes de Europa, en gran medida por los infortunios que le persiguen cada vez que está a punto de fichar por uno de ellos.
Interés no ha faltado por él, pero un caso de dopaje del que fue exonerado, la falta de pasaporte comunitario o –cuando cumplió los tiempos para obtenerlo– un atraso en el sistema informático en España le han frustrado todo gran intento.
Sensación con el América por siete años, estuvo a nada de firmar con el PSG en 2011, poco antes de que lo comprara el millonario catarí, Nasser Al-Khelaifi.
Pero antes de la Copa Oro de ese año dio positivo por clembuterol junto a cuatro compañeros del Tri por comer carne contaminada en el CAR, lo que derivó en un cambio de planes y recalar en el modesto Ajaccio.
“Tendría que haber fichado con el Paris Saint Germain. Mi representante me había dicho que estaba cerrado con los dirigentes de entonces, pero de un golpe la historia del dopaje con la Selección tiró todo a la basura”, dijo en 2014 a France Football.
Ese episodio, del que fue exonerado por el TAS, lo vivió tras una sorpresiva suplencia en Sudáfrica 2010, cuando Javier Aguirre llegó al Tri con “chip” europeo y le dio la titularidad a quien conocía: el Conejo Pérez, aun cuando el perfilado era Ochoa.
DEL ATAJADÓN A NEYMAR A LA BANCA MALAGUEÑA
Consentido del Ajaccio, Brasil 2014 le colocó como uno de los mejores pero la ficha de extracomunitario hizo que el Milán y la Roma desistieran en su intento por contratarlo. Al final, su destino fue el Málaga.
Sin embargo, un mal debut y la falta de pretemporada hicieron que el DT le diera la titularidad al camerunés Kameni y mandara a Ochoa a la banca. Así estuvo prácticamente dos años, hasta que en el Granada tuvo plena actividad, pero descendió.
A pesar de que fue uno de los arqueros con más atajadas en dicho club, le quedó el estigma del más goleado. Ello le llevó a recalar en el Standard de Lieja un año antes de Rusia 2018, pues la prioridad era tener actividad.
SIEMPRE A LA ESPERA DEL TRÁMITE
Para ese momento ya había completado los trámites para obtener la nacionalidad española, pues Francia pide 5 años de residencia y España 2. Sin embargo, pese a los 3 que estuvo en la nación ibérica, este verano le llegó sin recibir el nuevo pasaporte que hoy seguramente le tendría en el Nápoles.
La digitalización de los trámites en el Ministerio de Justicia de España y un “error informático” provocaron un retraso y que en 2017 dicho país resolviera 78 por ciento menos solicitudes que el año previo, según publicó en mayo pasado el diario El País.
De todos modos, su gran Mundial en Rusia 2018 provocó el interés del Nápoles, dispuesto a gastarse una de las tres plazas de extracomunitario en él. Solo hacía falta que el Standard aceptara la oferta de adquirirlo a préstamo. Pero los belgas exigían la compra de sus derechos.
Y en ello quedó todo. No hubo acuerdo y los napolitanos están por firmar al colombiano David Ospina, latinoamericano como Ochoa, pero con pasaporte de la Unión Europea por los cinco años que vivió en Francia, jugando para el Niza.
LATINOS CON DOBLE NACIONALIDAD
Criticado, el representante de Ochoa, Jorge Berlanga, no ha tenido el control de la situación pero tampoco ha destrabado negociaciones, como esta vez. De cualquier modo, es un hecho que no hay clubes grandes con porteros latinoamericanos que ocupen plaza de extranjero.
Por ejemplo, el costarricense Keylor Navas (Real Madrid) obtuvo el pasaporte español en 2014, el argentino Sergio Romero (Manchester United) tiene nacionalidad italiana por su ascendencia, igual que su compatriota Gerónimo Rulli (Real Sociedad).
Por sus ocho años en ese club donostiarra, el chileno Claudio Bravo (Manchester City) obtuvo la nacionalidad española, mientras que el brasileño Alisson Becker (Liverpool) tiene la alemana por ascendencia.
Todos ellos son verdaderamente europeos a diferencia de Ochoa, el mexicano que no presume ascendencia del Viejo Continente, que debió lidiar con un caso de dopaje del que no fue culpable, que se perdió un Mundial porque el DT no lo conocía lo suficiente y que lleva años esperando un pasaporte que no llega por problemas informáticos.