El País / Roma / Miercoles 1 de agosto del 2018
La atleta italiana de origen nigeriano Daisy Osakue, de 22 años y campeona de lanzamiento de disco, volvía sola a casa la madrugada del lunes cuando un grupo de jóvenes comenzó a perseguirla desde un coche y a lanzarle huevos. Uno de ellos le alcanzó un ojo y le provocó una lesión en la córnea de la que tuvo que ser operada.
La joven dice que aunque no recibió insultos xenófobos cree que los atacantes iban buscando expresamente a una persona de color. “¿Quién sale con huevos en la mano a esas horas? Ya he sido víctima de racismo en otras ocasiones, pero hasta ahora habían sido solo ataques verbales. Cuando se pasa a la acción significa que se ha sobrepasado un muro”, ha dicho este lunes a los medios italianos.
Es la estampa con la que Italia ha amanecido este lunes. Daisy es la segunda víctima de agresiones con trasfondo xenófobo en menos de 24 horas. En el último mes y medio ya son más de 10 los damnificados por una oleada de racismo que está recorriendo todo el país. La oposición habla de “alerta de racismo” y el presidente de la República, Sergio Mattarella, dice que Italia no puede convertirse en “el salvaje oeste”. Por su parte, en el Gobierno solamente la Liga abre la boca, como suele ser costumbre últimamente, para negar estas acusaciones y seguir cargando contra la inmigración en masa.
El día antes, el país también se había despertado con una noticia alarmante. Durante la noche dos italianos habían perseguido en coche en la localidad de Aprilia, cerca de Roma, a un hombre de nacionalidad marroquí, de 43 años, hasta sacarlo de la carretera, alegando que era un ladrón. Además, los agresores fueron después a pie hasta el vehículo siniestrado y propinaron al hombre convaleciente puñetazos y patadas. La autopsia aún debe esclarecer las causas de la muerte.
Los dos italianos, de 43 y 46 años, habían visto un vehículo que creyeron sospechoso con en su calle y decidieron que las dos personas en el vehículo (uno de ellos logró escapar) se trataban de ladrones que iban a roba. Aunque junto con otros vecinos llamaron para alertar a la policía, antes de que llegara el coche patrulla decidieron tomarse la justicia por su mano y comenzar la persecución, que terminó con fatal desenlace.
Cuando llegaron, los cuerpos de seguridad se encontraron al hombre, que tenía antecedentes por hurtos menores, muerto en el suelo y a los dos italianos junto a él. “Fue un desastre. Nos hemos arruinado”, dijeron los dos detenidos, acusados de homicidio preterintencional, a los investigadores, según los medios italianos. Sin embargo, no admitieron que habían agredido a la víctima, como más tarde pudieron comprobar los Carabinieri.
En la zona de Aprilia donde sucedieron los hechos en lo que va de año se han denunciado solamente cuatro robos y todos en vehículos estacionados sin ocupantes. Unas cifras que los investigadores creen que no pueden justificar un miedo masivo a los ladrones.
Después de los últimos casos, la oposición y algunas asociaciones han comenzado a hablar de una “alerta de racismo” , pero el Gobierno italiano niega tal situación de emergencia. El ministro del Interior, Matteo Salvini, continúa en su línea de criminalizar cierta inmigración. “La alarma racismo es un invento de la izquierda, los italianos son buenas personas, pero su paciencia se ha acabado. Yo, como ministro, trabajo desde hace 58 días para dar seguridad y serenidad a nuestras ciudades”, ha afirmado.
La ministra de Asuntos Públicos, Giulia Bongiorno, también de la xenófoba Liga, siguió el camino de su compañero de filas en una entrevista con el diario La Repubblica. “La única alarma es la del caos que nace de las decisiones equivocadas y discriminadas de la apertura de las puertas a cualquier tipo de inmigración”, apuntó.