Excelsior / Ciudad del Vaticano / Jueves 7 de junio del 2018
Para profundizar las pesquisas sobre los casos de abusos de poder, de conciencia y sexuales en la Iglesia católica en Chile, el Papa Francisco decidió mandar a dos ciudades de ese país a hombres de su estricta confianza.
Se trata del arzobispo maltés Charles Scicluna, exfiscal del Vaticano para los delitos graves de los sacerdotes, y Jordi Bertomeu, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el tribunal de la Santa Sede para los casos de abuso.
Según confirmaron fuentes eclesiásticas, la misión de los dos clérigos se extenderá durante una semana: del 12 al 19 de junio, e incluirá actividades tanto en la capital, Santiago, como en la sureña localidad de Osorno.
Al inicio y al final de su viaje (12-13, 18-19), ellos estarán en la primera ciudad, el resto de los días (del 14 al 17) lo pasarán en la segunda, cuya diócesis todavía es administrada por el obispo Juan Barros, acusado de encubrimiento de los ataques del más famoso sacerdote abusador chileno, Fernando Karadima.
El viaje tiene como objetivo “avanzar en el proceso de reparación y sanación de las víctimas de abusos”, precisó hace unos días el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke.
Esta nueva misión sigue a la que cumplieron en Chile, en febrero pasado, los mismos Scicluna y Bertomeu. En esa oportunidad, ellos levantaron más de 60 testimonios y realizaron, después, un expediente de más de dos mil 600 páginas sobre una brutal crisis por abusos que azota a la Iglesia en ese país.
Tras enfrentar la realidad de ese informe, el Papa reconoció públicamente haber cometido “graves equivocaciones” a la hora de valorar el problema, también por “falta de información veraz y oportuna”, además de pedir perdón a las víctimas, que se sintieron ofendidas por algunas de sus declaraciones.
Después, invitó al Vaticano un primer grupo de tres víctimas de Fernando Karadima, un carismático sacerdote quien creó un verdadero movimiento católico de élite en torno a la parroquia del Sagrado Corazón de Providencia, ubicada en el acomodado barrio de “El Bosque”.
Así, a finales de abril, el líder católico recibió en su residencia personal, la Casa Santa Marta, a Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, las tres víctimas más conocidas y públicas, cuyas denuncias públicas llevaron a la propia Santa Sede a declarar culpable de abusos a dicho sacerdote en 2011.
Ellos tres acusaron también a Juan Barros, pupilo favorito de Karadima, de encubrir los abusos y bloquear las investigaciones. E iniciaron una campaña pública cuando el Papa nombró a este como obispo de Osorno, en 2015.
Por años, Francisco ignoró sus manifestaciones hasta que hizo cuentas con la realidad en su gira apostólica por suelo chileno en enero pasado.
Tras haber reconocido su error y dialogado con las tres víctimas, el líder católico convocó también a todos los obispos chilenos (unos 34), con quienes sostuvo tres reuniones privadas a mediados de mayo, tras las cuales todos ellos presentaron sus renuncias en bloque, para permitirle al Papa decidir con libertad sobre el futuro de cada uno.
En las próximas semanas, el Papa decidirá si acepta cada una de estas dimisiones e impulsará, como él mismo anunció, medidas de corto, mediano y largo plazo para recuperar la unidad y la credibilidad perdidas. Esto, también, con la nueva información que le proporcionen Scicluna y Bertomeu.