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NACIONAL


El infierno en Chiconautla; las mamás controlan la prisión



Excelsior / Ciudad de México / Jueves 2 de noviembre del 2017

En el penal de Chiconautla no nada más operaba Luis, alias El Tatos, para extorsionar y golpear a los internos, pues desde antes de su llegada, el pasado 20 de septiembre, quienes tienen el control son las llamadas Mamás.

Estos grupos son los que controlan la venta de drogas y todas los enseres o utensilios que pudieran requerir los internos, además de vender los espacios para dormir y comer en las áreas comunes. Incluso han llegado a instalar módulos que operan como si fueran bancos dentro del penal.

A la mayoría de los familiares les da miedo hablar de lo que ocurre al interior, todos piden el anonimato, pues saben que si hablan y los identifican, sus internos serán castigados.

Todos saben que en el interior del penal hay grupos e internos que llevan el control en cada uno de los módulos, compuestos por cinco celdas con capacidad para 40 internos y en cuyo interior llegan a meter al doble o el triple de su capacidad.

Los identifican como Mamá y son quienes les cobran por todo, como lo denunció Pedro, padre de un interno

“Es el interno, me dice mi hijo que le llaman la Mamá, quien mueve todo, son dos, es que los nombres no recuerdo ahorita, son dos personas que les piden dinero para todo, y ayer me pidió un dinero y ayer se lo quitaron, se lo robaron a punta de golpes”, dijo.

A cada Mamá deben pagarle por un espacio para dormir, ya sea en el suelo o incluso parado.

“Aquí sí les pegan, a mi hijo lo tienen parado, le están pidiendo seis mil pesos para que pueda dormir en una cama”.

“Los reos que tienen mayor antigüedad tienen derecho a camarote o los que tienen solvencia económica y los que no tienen duermen en los baños, en el suelo y en un pasillo que se llama periférico, amarrados a las rejas de las celdas con sus ropas, los llaman vampiritos, porque están amarrados en las rejas de las celdas”, narran.

Como en la mayoría de las cárceles se vende de todo, drogas, alimentos, artículos de higiene, limpieza e incluso operan también lugares que funcionan como bancos, donde un interno tiene el control .

El proceso es que los familiares depositen a una persona de fuera, contacto de Mamá, y una vez que se tiene hora y fecha el interno busca le entreguen el dinero, menos 15% que cobran de comisión, pero no siempre les dan el dinero.

“Le pasó a mi hijo, no le quisieron dar el dinero porque no era la hora ni los minutos ni los segundos y mi hijo le comprueba, le vuelve a decir la hora y los minutos y le dicen que no, que no es y no quieren dar el dinero.

Estas cuentas, a nombre de Teresa Arana o Patricia, también son utilizadas para depósitos de extorsiones a familiares a cambio de no golpear a sus internos.

“Nos mandan los números, si en 24 horas no les depositamos dos mil, tres mil pesos, a nuestros hijos nos los van a matar. Por semana yo deposito 600 pesos, lo que paga de su renta, paga por el agua que agarra para bañarse, paga por los botes que usa, paga la lista, si no pasa la lista le dan dos o tres tablazos en la espalda”, narran padres de familia esposas e hijas de los internos.

Los familiares afirman que tienen que pagar por todo, incluso a los custodios, para poder ingresar al penal, pero aquí las cuotas son más altas en comparación con otras cárceles.

“Adentro hay que pagar la mesa para sentarnos, 15 pesos por familia que se siente; tengo que pagar para que me calienten mi comida, así todo, para el baño también tienes que darles dinero. Todo es a los internos, ya después me imagino que se arreglan con los custodios y les dan una parte porque si no, no les dan permiso; ellos no pueden hacer nada, ellos no pueden vender”, añadieron.

Tortura constante

Desde antes de llegar El Tatos a la prisión de Chiconautla, ésta era controlada por las llamadas Mamás, hombres encargados de exigir pagos para todo , bajo amenazas y golpes:

Cada módulo tiene cinco celdas con capacidad para 40 internos. La mayoría de las veces hay el doble o triple de reos.
A los internos les piden seis mil pesos para que puedan dormir en una cama.
Los que no tienen dinero para una cama, duermen en el suelo o amarrados a las rejas de las celdas por lo que son conocidos como vampiritos.
15% les cobran de comisión por dinero que envían sus familiares.
A algunos reclusos, su familia les depositan 600 pesos a la semana para que pueda pagar la “renta”, agua para bañarse y y hasta botes.
Tienen que pagar $15 por una mesa para sentarse con su familia.
El Tatos es víctima del sistema, dice su abuela

Luis Alberto González, El Tatos, creció hasta los 14 años en una casa de la delegación Gustavo A. Madero, después entró a una correccional de la Ciudad de México y de ahí ya nunca dejó de vivir en cárceles.

El presunto criminal, que hoy está recluido en un penal Federal de Gómez Palacio, Durango, estudió hasta el sexto de primaria y fue abandonado por su madre cuando era niño. Su abuela lo cuidó.

Juana Flores habló ayer para Imagen Noticias con Ciro Gómez Leyva y narró que cuando El Tatos tenía 17 años, su hermano fue asesinado a balazos frente a su casa. Para su abuela, el ataque ocurrió por una confusión. En ese tiempo, Luis también fue baleado y su abuela cree que también fue por error.

Para su familia, El Tatos es víctima del propio sistema de justicia.

Su hermana, Mariana González, señaló que él todavía no está sentenciado, lleva 10 años en proceso y ninguna autoridad ni derechos humanos ve su caso. “Cada 15 días va a audiencia y no le dicen nada”, afirmó.

Ambas mujeres aseguran que nunca han recibido un peso de las supuestas extorsiones que cobraba El Tatos en la cárcel.

“Hemos metido amparos, hemos ido a todos lados y nadie nos hace caso. Y por qué ahorita que están diciendo muchas cosas de él, porque ahorita se enfocan en él, nada más cuando les conviene, o cómo”, dijo la hermana.

El Tatos también fue defendido por uno de los reos a quien había golpeado y aseguró que es su amigo.