Excelsior / Londres / Sabado 21 de octubre del 2017
La contaminación en todas sus formas causó en 2015 la muerte de nueve millones de personas a escala global y, en cierta medida, provocó un daño económico de 4.6 billones de dólares, según una nueva estimación de un equipo de investigadores.
En las naciones menos desarrolladas, las enfermedades relacionadas con la contaminación reducen la productividad económica entre uno y dos por ciento anualmente, según el recuento de la Comisión Lancet sobre Contaminación y Salud.
El informe pretende iluminar las consecuencias económicas de las sustancias nocivas introducidas en el ambiente por la actividad humana, destacó la revista médica con sede en Londres.
Las enfermedades causadas por la contaminación representan alrededor de una de cada seis muertes en todo el mundo, de acuerdo con el estudio.
El idocumento representa una “cuantificación extremadamente exhaustiva y rigurosa” de los costos de contaminación, señaló Francesca Dominici, profesora de bioestadística en Harvard T.H. Chan School of Public Health, quien no estuvo involucrada en el estudio.
Reducir la contaminación del aire causada por vehículos y plantas de energía, por ejemplo, mejoraría simultáneamente la salud humana y reduciría las emisiones de carbono en el planeta.
“Si bien el consenso científico y de salud pública sobre los daños de la contaminación puede ser claro, reducirlo significa enfrentar 'poderosos intereses creados' que a menudo dominan a los gobiernos, puntualiza el informe de la comisión The Lancet.
El estudio apunta a reforzar la voluntad política para enfrentar tales peleas. Eso ya está sucediendo en algunos lugares:
En China, casi 20 por ciento de las muertes es atribuible a la contaminación, según el informe de la Comisión The Lancet. En India y Bangladesh, alrededor de una cuarta parte de las muertes está relacionada con ella.
El tipo de contaminación más mortal está en el aire, causando alrededor de 6.5 millones de los nueve millones de muertes anuales.
Eso incluye el esmog de las plantas de energía, las fábricas y los vehículos, así como las emisiones de las estufas sucias domésticas de interior usadas en los países más pobres.