Mediotiempo / Ciudad de México / Domingo 17 de septiembre del 2017
En la que puede ser considerada una de las mejores peleas del año, Saúl Álvarez y el kazajo Gennady Golovkin dieron una cátedra de boxeo que terminó en empate, con tarjetas de 118-110 para Canelo, muy alejada de lo que se vio en el ring, 115-113 para GGG y 114-114 para decretar el empate.
Un round de estudio fue el que ofrecieron al inicio: GGG iba hacia adelante y soltando el jab, mientras que Canelo se movía bien sobre el ring y esperaba el error. Soltaron los primeros bombazos sin éxito.
El pugilista mexicano lucía bien sobre el ring, movía la cintura y provocaba las fallas de Golovkin en el segundo round, además de castigar con golpes certeros.
Canelo dejó de moverse por momentos, esperaba al kazajo y alguna oportunidad para soltar ganchos a la zona hepática o bombazos que no alcanzaron su objetivo; al final del tercer giro se movió nuevamente ante un GGG que lo persiguió pero no conectó.
En el cuarto episodio, Golovkin buscó abrir la guardia del tapatío para conectarlo, pero sin lograr el objetivo. Canelo se quedó contra las cuerdas, recibió todo el arsenal de su oponente, sin que le hicieran daño.
Golovkin siguió en el sexto asalto con la presión total sobre el mexicano, quien volvió a ponerse de tú a tú con su rival al que castigó a las zonas blandas pero sin hacer el daño esperado.
Canelo recetó un poderoso upper que hizo voltear la mirada de GGG en el octavo y le conectó un derechazo en el noveno, pero era el kazajo quien iba hacia adelante.
Una guerra fue la que ofrecieron hasta los últimos segundos, sin dar tregua y dejando todo en el ring, lo que dejaba un trabajo muy complicado para los jueces, aunque Adelaide Byrd calificó con un 118-110 a favor de Saúl, muy alejado de la realidad.
El sabor amargo para afición y pugilistas deja las puertas abiertas para una revancha, que de realizarse podría ser en mayo, aunque la última palabra la tienen Canelo y Golovkin.