Excelsior / Buenos Aires / Lunes 14 de agosto del 2017
El Gobierno argentino logró un respaldo clave a su proyecto económico liberal en las primarias para las elecciones legislativas de octubre, pero no pudo superar a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el principal distrito del país.
Según las cifras del polémico escrutinio provisorio, que el lunes se dio por terminado con poco más del 95 por ciento de las mesas contabilizadas, el candidato oficialista al Senado Esteban Bullrich obtuvo el 34.19 por ciento de los votos en la provincia de Buenos Aires, frente al 34.11 por ciento de Fernández, que busca un retorno tras dejar el poder en 2015.
Una victoria clara en la elección de medio término le haría las cosas más fáciles al Gobierno y su bloque Cambiemos para impulsar reformas al trabajo y los impuestos, entre otras, las que considera esenciales para que repunte la economía.
La bolsa, el peso argentino y los bonos subían el lunes por un resultado electoral que los operadores consideraron muy favorable a Macri.
El escrutinio oficial -que durante horas mostró como ganador a Bullrich por varios puntos de ventaja- fue cuestionado por Fernández y sus aliados, con el argumento de que el Gobierno no contó votos de distritos favorables a la exmandataria, lo que hubiese inclinado la elección a su favor.
El Gobierno celebró el triunfo en la noche del domingo y horas después Fernández hizo lo propio.
"Lo que hoy vivimos no lo viví en ninguna elección", dijo la líder de centroizquierda poco después de las 04.00 hora local, ante una multitud de seguidores, en un discurso en el que acusó al Gobierno del presidente liberal Mauricio Macri de manipular los datos.
"Hemos ganado las elecciones", afirmó.
El conteo definitivo se iniciará en las próximas horas, por lo que habrá que esperar para conocer al ganador en Buenos Aires, donde la expresidenta se postuló con su propio frente tras abandonar el peronismo, lo que no ha impedido que se mantenga como la principal opositora a las reformas de Macri.
CAMBIEMOS SE CONSOLIDA
Las elecciones de medio término no modificarán radicalmente el equilibrio de fuerzas en el Congreso, donde ningún partido cuenta con mayoría, pero Macri necesita una clara victoria de sus aliados para enviar el mensaje de que su programa de apertura económica iniciado a fines del 2015 seguirá avanzando.
"Yo siento que este país y esta provincia se están transformando por primera vez en profundidad para ser algo distinto de verdad (...) Y eso es lo que escuchamos esta noche en la Argentina", dijo más temprano la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, quien cargó sobre sus hombros la campaña proselitista del oficialismo en la provincia.
Buenos Aires -que tiene muchas regiones pobres que son el mayor soporte de Fernández- representa más de un tercio de los votantes del país, por lo que se suele considerar ganador de los comicios legislativos al partido que se impone en ese distrito.
Al haber una sola lista de candidatos por partido en la mayoría de los distritos, las primarias fueron en la práctica un amplio sondeo sobre el resultado de las elecciones de octubre, en las que se renovará un tercio del Senado y la mitad de los diputados nacionales.
"Esta es la consolidación de Cambiemos como oferta política en todo el país (...) De acá a octubre creo que lo que va a pasar es que el oficialismo va a intentar reforzar más la polarización" con Fernández para sumar votos de otras fuerzas, señaló el analista político Ricardo Rouvier.
Muchos argentinos reconocen la mayor transparencia que ha impulsado el gobierno de Macri luego de asumir en 2015, pero aún sufren por una economía que recién comienza a despegar y por una galopante inflación que apenas muestra señales de moderación.
El oficialismo superó en votos a sus opositores en algunos de los demás distritos importantes del país, lo que lo convertía en la fuerza más votada en el país.
Desde que Fernández anunció a fin de junio su candidatura a senadora, el peso argentino se depreció un 9 por ciento frente al dólar, por el temor de los inversores a que el país retorne a políticas intervencionistas como las que aplicó entre 2007 y 2015.