Excelsior / Ciudad de México / Viernes 4 de agosto del 2017
El cambio climático podría devastar a finales de este siglo el sur de Asia, región donde reside una quinta parte de la humanidad, debido a olas de calor mortales que superarían el umbral de supervivencia para los seres humanos si no se ponen en marcha medidas de mitigación.
Así lo asegura un estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts y la Universidad Loyola Marymount (Estados Unidos), y publicado en la revista Science Advances.
De acuerdo con los escenarios previstos, sin reducciones significativas en las emisiones de gases de efecto invernadero, habrá olas de calor mortíferas en unas pocas décadas que alcanzarán regiones de India, Pakistán y Bangladesh, incluyendo las fértiles cuencas del Indo y el Ganges, que producen gran parte del suministro de alimentos de la región.
Los científicos llegaron a esta conclusión mediante simulaciones informáticas detalladas a partir de los mejores modelos climáticos disponibles.
La investigación se basa en un estudio anterior dirigido por el profesor Elfatih Eltahir del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), que ha analizado las olas de calor proyectadas en la región del Golfo Pérsico, donde el número de días de calor extremo es peor que para Asia meridional.
Sin embargo, en esta última zona es mayor el impacto porque en el norte de la India, Bangladesh y el sur de Pakistán viven cerca de mil 500 millones de personas, y esta área es una de las más pobres de la región, con una parte de la población dependiente de la agricultura de subsistencia, lo que requiere largas horas de duro trabajo a la intemperie y sin protección del sol.
El nuevo análisis se basa en investigaciones recientes que muestran que los efectos más mortíferos del calor extremo para los seres humanos provienen de una combinación de altas temperaturas y humedad elevada.
Ese índice se mide con temperaturas de bulbo húmedo, es decir, cuando se envuelve el termómetro en un paño de algodón empapado de agua para medir la temperatura húmeda del aire, lo que refleja la capacidad de la humedad para evaporarse.
Este es el mecanismo para que el cuerpo humano mantenga su temperatura interna con la evaporación del sudor. A una temperatura de bulbo húmedo de 35ºC, el cuerpo humano no puede refrescarse bastante como para sobrevivir más que algunas horas.
Un estudio previo de los registros de temperatura y humedad muestra que las temperaturas del bulbo húmedo rara vez han superado en la actualidad los 31ºC en cualquier parte de la Tierra.
Aunque el estudio anterior del profesor Eltahir y sus colegas demostró que este límite de supervivencia comenzaría a superarse ocasionalmente en el Golfo Pérsico al final de este siglo.
Las lecturas reales en el verano de 2015 demostraron que el límite del bulbo húmedo de 35ºC ya casi se había alcanzado en esa región, lo que sugiere que esos extremos podrían comenzar a ocurrir antes de lo proyectado.
El verano de 2015 también produjo una de las olas de calor más mortíferas de la historia en Asia meridional, matando a unas tres mil 500 personas en Pakistán e India.
Sin embargo, India y China siguen siendo dos países donde las tasas de emisión de gases de efecto invernadero continúan aumentando impulsadas principalmente por el crecimiento económico, según Eltahir.
El nuevo estudio analiza los resultados de tres de los más de 20 modelos climáticos globales, los cuales han sido seleccionados porque correspondían con mayor exactitud a los datos meteorológicos actuales de la región del sur de Asia.
El trabajo muestra que a finales del siglo, sin reducciones serias en las emisiones globales, las olas de calor más extremas aumentarían de temperaturas de bulbo húmedo de aproximadamente 31 a 34.2ºC. "Nos acerca al umbral de supervivencia", apunta Eltahir.
Actualmente, cerca de un dos por ciento de la población de la India se expone ocasionalmente a temperaturas extremas de 32ºC de bulbo húmedo. Según el nuevo estudio, ese porcentaje aumentará al 70 por ciento en 2100 y los efectos no se trasladarán sólo a los afectados directamente por el calor.
"Con la interrupción de la producción agrícola, no es necesario que sea la ola de calor la que mata a la gente. La producción bajará, así que potencialmente todo el mundo sufrirá", concluye Eltahir.