Excelsior / Ciudad de México / Domingo 30 de abril del 2017
En sus dibujos pintan la guerra, se expresan mediante el llanto, sueñan con bombardeos y francotiradores…y algunos hasta anhelan ir al paraíso para ser felices y recuperar esa infancia robada. Son los niños de Siria, los hijos de una devastadora guerra que ya cumplió seis años y que ha dejado más de 470 mil muertos y cerca de seis millones de desplazados.
Unos 2.5 millones de niños sirios menores de seis años sólo conocen la guerra, dijo a Excélsior Nicolás Villa, coordinador de relaciones públicas y proyectos especiales de Save The Children en México, quien añadió que siete por ciento de los menores, de entre 4 y 7 años, se orina cuando ven pasar aviones”, en alusión al último informe que presentó la ONG titulado Heridas Invisibles.
En el documento, en el que se entrevistó a más de 450 niños, adolescentes y adultos, Villa destacó que, ante la brutalidad de la guerra, uno de los mayores problemas que padecen los menores es el estrés tóxico, es decir, la exposición prolongada a situaciones de ansiedad muy fuertes, que hacen que el pequeño pierda sus facultades de aprendizaje, de razonamiento e incluso del habla.
El coordinador de la organización contó que los niños están muy asustados también por la hambruna que azota a un país, donde 85 por ciento vive en condiciones de pobreza (antes del inicio del conflicto en 2011, sólo 28 por ciento vivía en dicha situación).
Aseguró también que Siria tiene unos 18 millones de habitantes, de los cuales 13.5 millones requieren ayuda humanitaria.
De hecho, Heridas Invisibles destaca que el número de menores que han intentado suicidarse o hacerse daño a sí mismos se incrementó. “Uno de nuestros colaboradores en Alepo (norte de Siria) nos contó que algunos niños desean morirse porque en el paraíso tendrán calor, juegos y comida. Otros quisieran ser baleados por un francotirador para ir al hospital y recibir una mayor atención que les proteja del hambre y del frío”, lamentó Villa.
AYUDAN CON “LA BOLSA MÁGICA”
Ante estas vivencias marcadas por un horror rutinario, parte crucial del trabajo de Save The Children es brindar el apoyo sicológico a los menores. Una de las dinámicas, “la bolsa mágica”, consiste en preguntar a los niños qué les gustaría sacar de esa mochila imaginaria. Algunos eligen libros o juguetes, sin embargo, otros optan por armas o un tanque para “arrasar con los que mataron a sus familiares”, destacó Villa.
También relató que “un niño no le va a Bashar-al Assad (presidente de Siria), a los rebeldes o al Estado Islámico, le va a su familia”.
Un 80 por ciento de esos menores es mucho más violento que antes de la guerra, apuntó, y de hecho, uno de los aspectos más preocupantes es el reclutamiento de niños en las filas de los rebeldes o del grupo yihadista Estado Islámico.
Los terroristas ven a los pequeños como carne de cañón para ejecutar atentados suicidas o incluso para hacer sus primeros pasos como francotiradores. El año pasado se publicó un video titulado “los cachorros del Estado Islámico”, que mostraba a un grupo de menores sonrientes, uniformados y con las armas listas para jurar lealtad a sus nuevos jefes.
“HEART HEALING”
La ONG, a su vez, también se enfoca en tratar de cubrir otra de las brechas que empañan a este conflicto, la educación, pues 50 por ciento de los niños no asisten a la escuela por miedo o porque la mayoría fue hecha añicos por los bombardeos.
Por ello, en los albergues, Save The Children usa el método Heart (Healing and Education Through the Arts), que se centra en una educación y un saneamiento mental a través del arte para que los niños puedan participar, expresarse y sacar parte del dolor que llevan dentro.
"Una niña, de unos 6 o 7 años, dibujó a su mamá muy pequeña (normalmente las figuras de los padres suelen ser grandes). Mis compañeros le preguntaron por qué había hecho la figura de su madre tan chica. La joven les respondió que no recibía cartas de ella y que tampoco la veía. Resultó que su mamá había muerto en uno de los bombardeos que sacuden diariamente al país”, contó Villa a este diario, y añadió que dos tercios de estos niños han experimentado de cerca la muerte.
GENERACIÓN PERDIDA
"Desde Save abogamos por una solución política rápida. Si estos niños siguen viviendo traumas, borrará todo el trabajo que venimos haciendo en Siria desde 2013. No podemos hacer oídos sordos mientras las autoridades se deciden, la gente se está muriendo”, insistió el coordinador de la ONG.
Hace unas semanas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó 59 misiles crucero Tomahawk contra la base aérea de Al Shayrat (provincia de Homs, Siria) después de un brutal ataque químico en ese país que mató a 83 personas, entre ellas 25 niños, en la localidad de
Jan Sheijun en Idlib el 4 de abril pasado, del cual la comunidad internacional responsabilizó al régimen de Al-Assad.
"Lo que vimos con niños y bebés sufriendo efectos de gases tóxicos ha tenido un gran impacto en mí y ha cambiado mi actitud hacia Siria y hacia Al-Assad. Ya no serán toleradas las acciones terribles de este régimen”, manifestó el mandatario republicano un día después del ataque químico.
Sin embargo, si los bombardeos no cesan, estas heridas seguirán siendo invisibles y dañarán a toda una generación encargada de reconstruir un país.
"Esos 2.5 millones de niños que estarían a cargo de reconstruir Siria quizá no tengan la capacidad académica para colocar los cimientos sobre un piso de paz”, lamentó Villa.