Excelsior / Cuba / Martes 29 de noviembre del 2016
Conocido en vida por realizar actos de engaño sobre su llegada a citas en el extranjero –incluso echando mano de aviones señuelo–, Fidel Castro también destanteó a muchos en su muerte.
Los medios internacionales llegaron a convencerse de que las cenizas del fallecido líder de la Revolución Cubana estarían en el Memorial a José Martí, en la Plaza de la Revolución, para recibir el respeto de decenas de miles de personas que se formaron para ello a rayo del sol. Pero no fue así, pese a que muchos incluso lo publicaron.
En el interior del monumento había tres salas idénticas con sendas fotos de Fidel en su época guerrillera y dos mensajes, uno del pueblo cubano y otro del Partido Comunista de Cuba.
Este último reza que el partido es el “heredero legítimo del legado y la autoridad del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el compañero Fidel Castro Ruz”.
El propósito de las tres salas, dijo un funcionario del gobierno que pidió no ser identificado, es permitir que todas las personas que se dieron cita en la Plaza de la Revolución tuvieran la oportunidad de rendir su homenaje.
–¿Pero en cuál de ellas están las cenizas?– preguntó el enviado.
–No, si las cenizas no están acá.
–Entonces, ¿dónde están?
–Eso no se ha informado oficialmente. Lo único que puedo decirle al respecto es lo que informó el viernes el general presidente (Raúl Castro), que Fidel sería cremado el sábado.
–¿Y fue cremado? Porque eso tampoco se ha informado.
–Disculpe, es todo lo que le puedo decir.
Es probable que muchos de los miles de cubanos que participaron en el homenaje –y la firma de un juramento para mantener vigentes los principios de la Revolución–, hayan pensado que se encontraban frente a las
cenizas.
Fue el caso de cuatro estudiantes extranjeros que se enteraron del hecho cuando escucharon que el enviado lo narraba en un enlace radiofónico.
“Está usted seguro? Jurábamos que ahí estaban las cenizas”, comentaron.
Entre las vallas y frente a la foto de Fidel muchos asistentes rompieron en llanto, especialmente los de mayor edad. Los más jóvenes, sin romper la solemnidad de la ocasión, se mostraban un poco más serenos o distantes.
Lo cierto es que no dejó de circular gente en el Memorial, al que los periodistas acreditados tuvieron acceso en grupos de veinte.
Destacó la impecable organización del acto, en el que en ningún momento hubo tumultos pese a la enorme cantidad de gente que salió a la calle, individualmente o en grupo.
A media tarde, la televisión cubana –que desde el viernes no ha dejado de transmitir programación relacionada con Fidel Castro– calculaba en 200 mil el número de personas que habían participado.
La Habana no había vivido nada así desde que los restos del Che Guevara fueron homenajeados en 1997.
El carácter histórico del acontecimiento fue marcado por salvas de artillería cada hora, disparadas por las Fuerzas Armadas.
Hoy habrá una mecánica idéntica, con la diferencia de que, al final de la tarde, se llevará a cabo un acto político en la Plaza de la Revolución.
Será una concentración “de masas”, de acuerdo con el comunicado oficial que se dio a conocer poco después de la muerte de Castro. Se prevé que asistan mandatarios extranjeros y otras personalidades.
El taxista Ernesto Gramajo dijo que él no había podido asistir al homenaje de ayer, “porque me tocó trabajar”, pero que no faltaría al mitin de hoy. “Aquello va a estar a reventar”, auguró.
Muchos de los asistentes dieron su reacción a los medios después de pasar frente a la ofrenda en el Memorial.
“Así como José Martí sigue vigente, pese a no estar físicamente, Fidel continuará entre nosotros”, comentó la profesora universitaria Anabel Alarcón.
Algunos participantes expresaron su inquietud sobre el futuro, especialmente a raíz de la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos.
“Éste no es un momento para estar vacilando”, dijo David Díaz, trabajador de la salud. “Vienen tiempos difíciles, de definiciones”.
La casualidad quiso que el inicio del homenaje post mortem a Fidel Castro coincidiera con otro acto histórico: el aterrizaje en el aeropuerto de La Habana del primer vuelo comercial entre Estados Unidos y Cuba en más de medio siglo.