El País / México / Martes 15 de noviembre del 2016
La economía de México vive pendiente de José Antonio González Anaya (Coatzacoalcos, Veracruz, 1967). Sobre sus hombros reposa el destino de Pemex, la mayor empresa del país, el primer contribuyente del Estado y también su más profundo quebradero de cabeza. Símbolo de la edad de oro del petróleo mexicano, la compañía estatal, con pérdidas de 40.000 millones de dólares en 2015, atraviesa el peor momento de su historia. Para reflotarla, el presidente Enrique Peña Nieto puso al frente a este ingeniero y economista del MIT, doctor por Harvard y profesor en Stanford. Nueve meses después de su aterrizaje, González Anaya ha presentado el plan de negocios para los próximos cinco años. La hoja de ruta que ha de salvar a Pemex del desastre.
Pregunta. ¿Cómo fue su entrada en Pemex?
Respuesta. Era un momento muy difícil, con el precio del barril a 18 dólares.
P. ¿Y ahora cómo está la compañía?
R. Estable, pero mejorable.
P. Eso suena a enfermo.
R. Me estaría negando si digo que la empresa está boyante y fantástica; eso no es cierto. Pero está estable y hay que seguir empujando para que mejore.
P. ¿Con el plan de negocios?
R. El presidente me dio dos instrucciones: acelerar el desarrollo de la reforma energética y ajustar las estructuras de costos. Hoy puedo decir, con humildad y tranquilidad, que las finanzas de Pemex son estables. Mejorables, pero estables. No es un logro menor.
P. ¿No es un eufemismo decir que son estables perdiendo 40.000 millones de dólares al año?
R. No lo es. Somos una empresa cuya programación financiera, basada en supuestos conservadores, es conocida. Se sabe cómo va a cerrar el año; ya no vivimos en el día a día, viendo cómo está la caja. El cambio es importante.
P. ¿Tan mal estaba Pemex?
Es sorprendente lo rápidamente que se recupera Pemex. Regresar al equilibrio financiero en 2019 o 2020 habla de una fortaleza tremenda
R. Nos encontramos con una situación sumamente desafiante. Pero hemos tomado decisiones difíciles y el precio del petróleo se ha recuperado un poco. Pemex va a cumplir con su plan de ajuste, un recorte de 100.000 millones de pesos, y también con su meta financiera. Hemos regresado a los mercados y el riesgo de la compañía se ha reducido a la mitad al grado de que al cierre de 2017 tendremos superávit primario.
P. Su plan se basa en una previsión del precio del barril de 42 dólares para el próximo año. En 2015 se hizo una a 50 dólares y luego la realidad arrojó un precio de 25. ¿Qué seguridad tiene de que no van a fallar otra vez?
R. Antes se pecaba de exceso de optimismo tanto en los precios del petróleo como en la producción. Esta vez hemos sido muy conservadores, y para los próximos años hemos calculado muy por debajo de compañías como Petrobras.
P. ¿En qué se diferencia su plan de negocios de los anteriores?
R. El eje rector es la rentabilidad: sólo vamos a hacer actividades rentables. Y ya se han logrado muchas cosas. Es sorprendente lo rápidamente que se recupera Pemex. Regresar al equilibrio financiero en 2019 o 2020 habla de una fortaleza tremenda.
P. Pero eso se deberá a la mejora del precio del barril, ¿no?
No vamos a volver a los tres millones de barriles diarios; no hay manera
R. Utilizamos los precios del mercado.
P. ¿Fue 2015 el peor año de Pemex?
R. 2015 y 2016 van a ser los peores.
P. ¿Cómo acabará 2016?
R. Un poco mejor que 2015, pese a tener precios del petróleo más bajos, lo cual es casi increíble. Las pérdidas serán inferiores a 150.000 millones de pesos. Y 2017 resultará sustancialmente mejor.
P. ¿Estos resultados de Pemex no empañan la reforma energética?
Tomaremos las decisiones de los despidos según la rentabilidad
R. Mi trabajo es hacer que la gente vea los beneficios de la reforma energética. Es un reto enorme y una responsabilidad histórica.
P. ¿Y cuándo se verán los frutos?
R. Parte ya se ven. En gas se van a duplicar los kilómetros de gasoductos en seis años. Eso era antes impensable.
P. Mucha gente creyó que se verían los beneficios a corto plazo.
R. Las inversiones de este tipo son a largo plazo, pero mi cometido es que se empiecen a ver los beneficios pronto.
P. ¿Y cuándo va a terminar la caída de la producción petrolera?
R. La idea es llegar a 2.200.000 barriles diarios, pero no vamos a volver a los tres millones; no hay manera. En su época de esplendor, el pozo de Cantarell generaba él solo dos millones de barriles diarios. Eso es todo lo que producimos hoy. Ahora, Cantarell da 200.000 barriles. Éramos ultradependientes de un pozo. La naturaleza fue generosa pero no eterna.
P. Pemex es el primer contribuyente del Estado y también la empresa con más pérdidas de México. ¿No es una contradicción?
R. Fui subsecretario de Ingresos y sé de esto. Pemex es el mayor contribuyente por mucho, pero pierde dinero, aunque cuatro o cinco veces menos de lo que aporta. La contribución en 2014 fue de 900.000 millones de pesos, y el año pasado de 500.000 millones de pesos. Pagamos acá y perdemos allá.
P. ¿Eso no distorsiona las cuentas?
R. Uno de los escenarios del plan de negocios es incrementar la recaudación de Hacienda en términos reales, pero a la vez bajar la carga fiscal a Pemex. Si esto se hace bien, no habrá dilema entre las finanzas de Hacienda y las de Pemex.
P. ¿No son demasiados 125.000 trabajadores?
2016 acabará un poco mejor que en 2015: las pérdidas estarán por debajo de 150.000 millones de pesos
R. Pemex no es un negocio intensivo en mano de obra. Si el ajuste de los 100.000 millones de pesos lo hiciéramos eliminando a todos los trabajadores, incluido al que ahora habla, sólo lograríamos recortar 50.000 millones.
P. ¿Y cuál sería la cifra de trabajadores ideal?
R. Podemos discutir cuántos trabajadores debemos tener, pero yo los veo como un activo de la empresa: han construido la industria petrolera de este país.
P. ¿No están cuantificados los despidos en los próximos cinco años?
R. El objetivo no es ese. Tomaremos las decisiones según la rentabilidad. Tenemos que buscar eficiencia en nuestros procesos. Por ejemplo, en las compras. Pemex es el mayor comprador de bienes y servicios de México, un ahorro porcentual pequeño en sus compras trae consigo unos impactos enormes. Y eso se logra mediante licitaciones competitivas, que ya representan el 70%, cuando antes eran el 20%.
P. Si pudiera cambiar de la noche a la mañana algo de Pemex, ¿qué sería?
Cambiaría nuestra gestión para ser mucho más eficientes de lo que somos. En todo
R. Ufffff… ¿y qué tan permanente sería el cambio?
P. Un año.
R. Me vienen tantas cosas a la cabeza… Va a sonar sofisticado, pero lo voy a decir de todas maneras: cambiaría nuestra gestión para ser mucho más eficientes de lo que somos.
P. ¿En algún punto en concreto?
R. En todo.
"TRABAJAMOS JUNTOS CON EL SINDICATO"
J.M.A.
P. No han tocado al sindicato petrolero. En el último lustro, el presupuesto del sindicato creció un 105% y el año pasado la bolsa destinada a la cúpula aumentó un 18%. ¿No disfruta de una situación de privilegio?
R. Tenemos una relación cercana y constructiva; hay conciencia de que tenemos que modernizarnos y ahí vamos. Naturalmente, la relación entre la administración de una empresa y su sindicato se tensiona en algunos momentos.
P. ¿Pero se les ha aumentado o no la bolsa de dinero?
R. Yo no lo tengo claro, es algo de antes que yo llegara. Pero le aseguro que nos hemos manejado con bastante austeridad en todos los sentidos. No hay otra manera de hacer un ajuste de 100.000 millones de pesos.
P. La impresión es que ese sindicato corresponde a otra época, y no se ajusta a los planes de modernización.
R. Estamos trabajando y caminando juntos. Con diferencias y concordancias, pero todos estamos poniendo de nuestra parte.