Manuel Carvallo / Catemaco, Ver. / Lunes 14 de noviembre del 2016
Dice el dicho que: "Después de la tormenta viene la calma", pero en Catemaco es una calma muy tensa, una calma sitiada por 700 elementos de las Fuerza Civil, Policía Estatal y Policía Federal.
Aquí, donde se suponía que todo volvería a la normalidad, la situación es tan tensa que incluso escuelas particulares y de gobierno suspendieron clases, hasta que las autoridades municipales y estatales den las condiciones para que los niños salgan a las calles y vayan a sus planteles escolares.
El centro de la ciudad de Catemaco parece una zona de guerra, con cientos de policías apostados en cada esquina, en el parque central, frente al Palacio incendiado el sábado pasado, en todos lados.
Al igual que ayer domingo, el comercio no reacciona, porque muchos empresarios siguen prefiriendo no levantar sus cortinas por miedo pese a la presencia de cientos de policías de diferentes corporaciones.
La calma es tensa, porque ni la iglesia, ni las autoridades ministeriales han permitido que el sacerdote plagiado, José Luis Sánchez Ruíz, asome la cabeza para decirle a su pueblo, a sus feligreses, a sus fieles, que se encuentra bien y que pueden regresar a sus vidas normales, "que la tormenta ya pasó y que permitan la llegada de la calma".