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CIENCIA Y TECNOLOGíA


Las primeras ballenas tenían oídos como animales terrestres



Excelsior / Madrid, España / Sabado 10 de junio del 2017

Las ballenas confían en un agudo sentido de la audición para su existencia submarina, pero muestran sorprendentemente grandes diferencias en la capacidad auditiva.

Las ballenas barbadas sintonizan los sonidos infrasónicos -a frecuencias demasiado bajas para que los humanos las puedan oír- para comunicarse a largas distancias, pero las ballenas dentadas hacen exactamente lo contrario, dependen de las frecuencias ultrasónicas demasiado altas para que los humanos las escuchen.

Ahora, investigadores informan en un artículo publicado este jueves en 'Current Biology' que tienen evidencia fósil de especies de ballenas tempranas extintas que sugiere que esas diferencias en el oído surgieron sólo después de que las ballenas evolucionaron en los animales totalmente acuáticos que conocemos hoy en día.

Este argumento se basa en sus descubrimientos de que las ballenas conocidas como 'protocétidos', que pasaban tanto tiempo en el agua como en la tierra, parecen tener una capacidad auditiva más similar a sus parientes ungulados terrestres, incluso los ungulados de punta cerrada, incluyendo cerdos, hipopótamos y camellos.

"Encontramos que la cóclea de los 'protocétidos' era distinta de la de las ballenas y los delfines existentes y que tenían capacidades auditivas cercanas a las de sus parientes terrestres", dice Maeva Orliac, del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) y la Universidad de Montpellier, en Francia.

La falta de especialización en audición de los 'protocétidos' sugiere que las primeras ballenas no pudieron ecolocalizarse y comunicarse a través de llamadas de larga distancia de la misma manera que lo hacen los cetáceos modernos, incluyendo el grupo de ballenas y delfines.

Los investigadores llegaron a esas conclusiones basándose en estudios de restos de ballenas 'protocétidos' de 45 millones de años encontrados en depósitos marinos de Togo, en África Occidental. Los científicos estudiaron el laberinto óseo, una cavidad hueca que habría alojado el órgano auditivo, en dos especies de ballenas tempranas.

Orliac y su compañera Mickaël Mourlam utilizaron la micro-tomografía computarizada para mirar dentro de las estructuras internas de las rocas y los fósiles, de la misma manera que un escáner de rayos X hace posible ver los huesos dentro del cuerpo de una persona. Esas imágenes les permitieron analizar las cavidades internas del hueso petroso, que alberga los órganos de la audición y el equilibrio.

UN COMPLICADO PASADO EVOLUTIVO DE LAS BALLENAS
"Basándonos en las exploraciones proporcionadas por el escáner, pudimos extraer un molde virtual de la cavidad hueca que solía contener el órgano auditivo cuando el animal estaba vivo -dice Orliac-. Este proceso fue largo y difícil debido a que esta cavidad estaba llena de sedimentos y parcialmente recristalizada y porque el hueso petroso en los cetáceos es particularmente grueso y denso, lo que disminuye la calidad de las imágenes e impide a veces analizarlas".

Sin embargo, las exploraciones sugieren que los primeros cetáceos tenían una audición más cercana a la de sus parientes terrestres. La especialización de la audición infrasónica o ultrasónica, tal como se observa en las ballenas modernas, llegó sólo más tarde, en las ballenas que ya habían encontrado su camino de regreso al mar.

Los hallazgos destacan la importancia de estudiar estos primeros cetáceos para obtener una imagen precisa de la historia evolutiva de las ballenas y sugieren que el pasado evolutivo de las ballenas es más complicado de lo que se había descrito anteriormente, según dicen los investigadores.

Orliac dice que volverán al trabajo de campo en Togo en diciembre para buscar más especímenes de ballenas protoceptales. Hasta ahora han descrito dos de tres especies identificadas en Togo basadas en restos dentales y esperan encontrar un espécimen que les permita explorar el oído de la tercera.