Veracruz, Ver.

     
INTERNACIONAL


Muerte de un vendedor ambulante desata las protestas en Marruecos



El País / Rabat, Marruecos / Domingo 30 de octubre del 2016

El vendedor ambulante de pescador Mouhcine Fikri, de 31 años, murió en la noche del viernes en Alhucemas triturado por un camión de la basura cuando intentaba recuperar la mercancía que le había confiscado la policía. Su muerte, que recuerda a la inmolación del vendedor tunecino Mohamed Bouazizi que desató la primavera árabe en 2011, ha provocado en Alhucemas cierres de comercios y manifestaciones que se extendieron el domingo a otras ciudades como Casablanca y Rabat.

Hay varios puntos claros y después, mucha confusión. Un hecho claro es que la Mouhcine Fikri transportaba varias toneladas de pez espada, cuya pesca está prohibida en estas fechas en Marruecos. También parece claro que su mercancía fue confiscada y arrojada al camión de la basura. Fikri intentó recuperar su mercancía. A partir de ahí, comienzan las versiones. ¿Fue un accidente el hecho de que el camión pusiera en marcha en ese momento su trituradora o el conductor del vehículo obedeció las órdenes de un policía?

El rey de Marruecos, Mohamed VI, quien se encontraba esta semana de gira por varios países de África, ha ordenado al ministro del Interior, Mohamed Hasad, que se desplace a Alhucemas y que emprenda una investigación “minuciosa y profunda”, “para que se aplique la ley de forma rigurosa” y que “sirva de ejemplo a toda persona que haya fallado en el cumplimiento de sus responsabilidades”, según publicó el ministerio en un comunicado difundido por la agencia oficial de noticias MAP.

Las protestas no podían llegar en un peor momento para el régimen marroquí, ya que Marruecos acogerá desde el 7 al 18 de noviembre la cumbre del cambio climático COP22, para la que el país lleva varios meses prepárandose de forma intensiva. En la foto de la agencia AP que ilustra esta crónica un manifestante porta un cartel en inglés que dice: "Bienvenidos a la COP22. Aquí molemos a la gente". De momento, la muerte de Mouhcine Fikri y las movilizaciones posteriores están acaparando las webs de destacados medios internacionales.

La población de Alhucemas, localidad de 200.000 habitantes en el norte de Marruecos, se ha solidarizado en gran medida con el vendedor muerto. Los marineros pararon su actividad el fin de semana, los taxistas también emprendieron un paro parcial y en las calles de la ciudad se convocaron varias protestas en las que se escucharon gritos contra el Palacio Real.

Moutwakil Hamed, presidente de la red asociativa Al-Amal, indicó en conversación telefónica que todas las protestas se han desarrollado en calma. “Yo he asistido este domingo a su funeral, que se ha celebrado en su pueblo natal, a unos 14 kilómetros de Alhucemas. Había unas 40.000 personas. Y después hubo una manifestación pacífica en su pueblo y otra en Alhucemas. En ninguna ha habido violencia, aunque en Facebook hay gente que habla de disturbios. Lo que sí ha habido es una huelga general en Alhucemas, desde las diez de la mañana de este domingo. Ahora el caso está en manos de los tribunales”.

La Federación Nacional de Vendedores de Pescados en los Puertos Marroquíes también pidió que se aclarasen los hechos, aunque varios periodistas locales señalan que hace pocos días la misma asociación estaba reclamando que se cumpliera la ley.

Fassal Aoussar, representante local de la Asociación Marroquí de Derechos del Hombre (AMDH), declaró a la agencia AFP que las autoridades obligaron al vendedor ambulante a deshacerse del pescado en plena calle, delante del edificio de un tribunal. “El vendedor se ha sentido humillado. Su mercancía tenía un valor importante. Se ha arrojado al camión para salvar su pescado y ha sido aplastado por la maquina”.

En Marruecos llueve sobre mojado. Este año se han registrado varias muertes que recuerdan a la del tunecino Mohamed Bouazizi, cuando le confiscaron su mercancía en diciembre de 2010. El pasado 9 de abril un funcionario de Kenitra, a 40 kilómetros de Rabat, le arrebató el puesto de crepes a la vendedora ambulante Mi Fatiha (Madre Fatiha). En realidad no solo le confiscó el puesto, sino que la despojó también del pañuelo que llevaba en la cabeza.

Fatiha se prendió fuego delante de la oficina del mismo funcionario. Dos días después, poco antes de fallecer en un hospital de Casablanca Fatiha alcanzó a decirle a su hija: “Me han humillado”. Una semana después, un hombre de 22 años al que la policía le había confiscado su bicicleta transportadora de tres ruedas también se suicidó.