Veracruz, Ver.

     
Juan Gabriel Metinides




Vida oculta

Gumaro



Jueves 21 de Diciembre del 2017

Gumaro Pérez Aguilando era informante, sapo, halcón, garganta profunda del jefe de un grupo delincuencial apodado «El Negro» que opera en la zona de Acayucan, encerrado en un penal del sur del estado.

Gumaro merecía morir. Lo mataron los enemigos del jefe del narco.

Los enemigos de «El Negro» o «El Gil», quienes le disputan la plaza, lo acribillaron frente a su hijo en una posada escolar, porque les estorbaba.

En 48 horas, con celeridad peliculesca, la Fiscalía General del Estado ha atado los cabos, recopilado las pruebas, filtrado datos encriptados en el celular del periodista muerto.

Gumaro era un «bad hombre».

Se cierra la cortina.

Que se calle entonces doña Roberta Jacobson, embajadora de Estados Unidos en México por defender a los periodistas.

Gracias doña Roberta, es usted un oasis en el desierto desesperanzador de los reporteros en este país.

Usted, doña Roberta, es una necia irredenta.

Quizá ya le enviaron fotos, evidencias, testimoniales, grabaciones de drones que exhiben la opulenta vida de Gumaro: su residencia con jardines y palapa de recreo, alberca, camionetas de lujo, de las que salen en los videos musicales donde se hace apología al narco.

Quizá somos pendejos por seguir aquí, tecleando un editorial, en vez de unirnos a las filas del narco.
Total, delincuentes ya somos, a priori, para el gobierno veracruzano.

Sin embargo, la primera virtud que debe tener un periodista -dicen los clásicos-, es la desconfianza.

Luego entonces, si la Fiscalía General del Estado sostiene que el jefe de un grupo delincuencial para el que trabajaba Gumaro, está encerrado en un penal y desde ahí sigue operando, ¿no es esta una aberración, una falla gravísima en el organigrama de la Secretaría de Seguridad Pública?

¿Cómo es que un narco opera a sus anchas desde el interior de un penal?

¿No debiera la FGE investigar entonces a los mandos de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social del Estado?

¿El narco opera desde las cárceles veracruzanas?

¿No es delito mayo esto a que un periodista se le asesine por sapo?

Dos: Si la FGE sabía que Gumaro Pérez Aguilando era un informante al servicio del narco, que tenía una vida oculta en la ilegalidad, ¿por qué no dio parte a la PGR?

¿Por qué no integró una carpeta de investigación y solicitó que lo metieran a la cárcel?

Gumaro era un ciudadano veracruzano, como tal, debió ser cuidado en su persona y sus bienes, por el gobierno.

Ni modo Gumaro, tu consuelo será que al menos muerto, llenas páginas de periódicos, espacios en portales informativos, teasser de noticieros de radio y televisión.

Hasta pronto, Gumaro. Ahí nos veremos en el infierno narco.