Veracruz, Ver.

     
Pedro Cruz




Pedrerías

Ciudad Blanca.



Miercoles 18 de Octubre del 2017

Vivo en la Ciudad Blanca, un complejo habitacional de clase media-alta recién inaugurado en por el rumbo del nuevo aeropuerto. Sólo ahí me siento seguro.

Está bardeada por una tapia de tres metros con concertina en la parte alta; es un alambre de púas que usaron los nazis en los campos de concentración.

Para ingresar a Ciudad Blanca en auto tienes que tener una llave electrónica que activa una pluma o balancín mientras los guardias de seguridad te hacen un saludo militar y te dicen “pase jefe”.

Si eres forastero y vas a visitar a un amigo o algún familiar se comunican, desde su caseta de vigilancia, por teléfono con el residente y tienes que dejar en prenda tu credencial de identidad en la garita. En Ciudad Blanca, los niños, casi todos güeros y de ojos claros, pasean en bicicleta por los andadores peatonales mientras las amas de casa treintañeras hacen ejercicio alrededor de un enorme lago artificial construido por los desarrolladores en una zona donde nunca escasea el agua a diferencia de otras partes de ciudad.

Podría decirse que uno pudiera ser feliz aquí, ya que tenemos nuestras propias escuelas, nuestros supermercados, nuestros bancos y hasta una librería, a excepción de los domingos cuando todos salen a comer a los restaurantes de la Riviera y las calles quedan desiertas sin viejos en los parques porque aún no hay personas mayores en la Ciudad Blanca, casi todos los adultos rondamos entre los 35 y los 40 años.