Veracruz, Ver.

     
Juan Gabriel Metinides




Vida oculta

El periodismo, según Marcos.



Lunes 16 de Octubre del 2017

Marcos Miranda Cogco extendió sus bártulos digitales sobre la mesa del café. Investido con la paciencia de un pescador cuando lanza su chinchorro o palangre a la mar. Esperó.

A las ocho de la mañana los parroquianos escaseaban en el Gran Café La Parroquia de Ruiz Cortines, en la zona dorada de Boca del Río. Marcos checó cables, conexión de internet, carraspeó e hizo algunos rounds de sombra para calentar garganta, antes de empezar su programa «Entre Periodistas» que transmite en vivo en la democrática red social Facebook.

Era la mañana de un lunes cualquiera, rutinario. Poco a poco, las mesas fueron ocupadas por parroquianos hambrientos de unos huevos tirados y un lechero.

Las señoras poblaron las mesas después de dejar a los niños en los colegios, ansiosas por lanzar una parte de las ocho mil palabras que dicen cada día.

La tertulia matutina aún no empezaba cuando un chirrido de llantas llamó la atención de los comensales.

Una mujer madura metió en reversa una camioneta Honda Odyssey gris oscuro, desde la avenida Jardines del Virginia, a la callecita que entronca desde Adolfo Ruiz Cortines. Justo en el semáforo, una Pick Up Hilux color blanco, con estrobos encendidos en los fanales, también se frenó.

La mujer entró en tropel despavorido al café. Marcos Miranda, forjado en el periodismo callejero a lo largo de tres décadas, olfateó la noticia.

La escena parecía una película mexicana escrita por Chava Flores. Dos hombres forzudos llevándose a rastras una mujer indefensa, en la vidriera más concurrida de la zona conurbada: el Gran Café La Parroquia.

Marcos corrió con teléfono «en vivo». Cuestionó a los empistolados que al estilo de los judiciales de «La hora pico», sketch protagonizado por Adrián Uribe y Miguel Galván, sólo atinaron a blandir una charola de la Fiscalía General del Estado.

Los captores, raptores o secuestradores, eran los buenos muchachos de Jorge Winkler Ortíz, el abogado de los veracruzanos. Eran la ley personificada. El ejemplo andante del nuevo modelo de justicia penal donde todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario.

Los gritos de la mujer, quien opuso férrea resistencia, aferrándose al video en vivo que transmitía Marcos Miranda Cogco, le salvaron la integridad física.

Después del griterío, la mujer, auto identificada como Araceli Serralta González, médico de profesión, no fue detenida.

Hasta ahí el asunto no hubiese pasado de un mero chisme de policías ministeriales. No. Resulta que los señores se equivocaron de persona. No leyeron bien los generales de quien debían presentar ante la Fiscalía General del Estado.

Craso error. Noticia nacional. Batazo periodístico para el avezado Marcos Miranda Cogco.
Las disculpas públicas ofrecidas por el nunca despeinado Jorge Winckler, quien en tono educadísimo exhortó a la doctora a presentar una querella ministerial y luego del propio gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, no pararon el vendaval informativo del lunes.

«Se hará justicia», sentenció el gobernador.

Anoche, en lacónico comunicado, el abogado Winckler informó que se abrió ya una investigación en contra de los dos policías ministeriales que asustaron a los comensales, parroquianos, cafetómanos, reporteros, chismosos oficiosos y demás fauna que pulula en la Gran Parroquia del capitán Ángel Fernández.

He aquí el comunicado de marras:

«Por instrucción del Fiscal General del Estado, Jorge Winckler Ortiz, el organismo autónomo inició una investigación con motivo del probable abuso de autoridad que realizaron agentes de la Policía Ministerial en agravio de una mujer.

Así, a partir del informe policial homologado rendido por un elemento de la Policía Naval, se dio inicio a la Carpeta de Investigación 2821/2017, radicada en la Fiscalía Tercera Investigadora adscrita a la Fiscalía Regional de la zona centro-Veracruz.

A su vez, al tener conocimiento de los hechos suscitados la mañana de este lunes, el Fiscal General ordenó al director de la Policía Ministerial que concentrara a los agentes ministeriales, les retirara el arma de cargo y los suspendiera en tanto se deslindan las responsabilidades del caso.

“Independientemente de si la agraviada presenta una denuncia, en la Fiscalía se abrió una Carpeta de Investigación por el probable abuso de autoridad y violación a los derechos humanos del que fue objeto la persona victimada, se investiga y en su caso se sancionará a los agentes ministeriales que están plenamente identificados”, aseveró Winckler Ortiz».
La pita se rompió por lo más delgado.

¿Y si Marco Miranda no habría estado el lugar indicado, en el momento preciso, con el Facebook live activado?

Bien dicen los clásicos: un hecho es noticia en el momento en que se da a conocer.

El video del periodista Marco Miranda Cogco llevaba hasta anoche más de 520 mil reproducciones.

Más tarde, el reportero tuvo que salir a la red social para pedir, «por favor, por ética más elemental», que los demás medios le den su crédito profesional.

Sólo eso pide Marco, sólo un aplauso para el artista que se volcó en la escena de los hechos.

Poca madre de los demás medios.

«Perro no come perro», sentencia Marcos Miranda en filosófica reflexión acerca de la ética periodística.

Que la suerte te acompañe, Marcos Miranda Cogco.