Veracruz, Ver.

     
Manolo Victorio




Espacio Abierto

Tarde de luces



Lunes 5 de Junio del 2017

Dice la filosofía política costumbrista que el pueblo no se equivoca.

Y es cierto.

A toro pasado, la población, casi seis de cada diez electores enlistados salieron a las urnas, alzando a la coalición PAN-PRD como la triunfadora en 112 municipios con un millón 48 mil 964 votos, suficientes para gobernar a 4.5 millones de veracruzanos.

Las maniobras de presión, coacción, inhibición y acarreo de votantes, quedaron atrás, registradas en el anecdotario de las formas de hacer política partidista, más cerca de la barbarie que de la civilidad. Las madrizas son el sello de la casa.

El peso de los números es irrebatible, inatacable, indiscutible e indubitable. El PAN-PRD tiene ejército para pelear la elección de gobernador en el 2018.

Miguel Ángel Yunes sólo perdió 7 mil 56 votos con su maridaje PAN-PRD, respecto a la elección inmediata anterior, que fue la suya. Sólo un raspón.

En la fría numeralia, el ganador en términos cuantitativos se llama Miguel Ángel Yunes Linares. Sin aspavientos ni lisonjas innecesarias.

El gobernador panista puso alma, vida y corazón en la operación para erosionar al Movimiento de Regeneración Nacional. Logró su cometido.

Aquí el gran perdedor, después de la jornada del domingo 4 de junio, es Morena.

El partido de Andrés Manuel López Obrador dejó ir 255 mil 484 votos; se le diluyeron en comparación a la elección inmediata anterior, la de gobernador.

En 2016, Morena obtuvo en Veracruz con su entonces candidato a la gubernatura Cuitláhuac García Jiménez, 809 mil 954 votos.

Luego de la jornada de este domingo, Morena obtuvo, según el PREP, 554 mil 470 votos.

El culebrón de la recaudadora, Eva Felicitas Cadena, quien se “comió” un millón 732 mil pesos en video escándalos dosificados, rindió dividendos al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares: 255 mil 484 votos restados a Morena.

Pero el amigable enemigo del gobernador Yunes, el PRI, con sus aliados, no está muerto; ni desterrado.

A contrapelo de la lógica popular, la alianza PRI-PVEM se alzó como la segunda fuerza electoral en el estado.
Increíble pero cierto.

La alianza del PRI con su satélite natural, el PVEM, lo situó como segunda fuerza política con 576 mil 480 votos, sumados a los que obtuvieron por sí solos el PRI (69 mil 968), PVEM (61 mil 150), más Nueva Alianza (209 mil 030), suman 916 mil 628 sufragios.

Este bloque, el TUCYL (Todos Unidos contra Yunes Linares), se va a convertir en cardumen en el 2018, es lo más lógico.

La barrera de 132 mil 336 votos que le saca el bloque PAN-PRD es remontable, escalable.

Es más, podría estar en las filas perredistas, veleidosas, comerciantes y aventureras que podrían irse con el tricolor en 2018.

Y entonces, estarían tablas.

Nada para nadie.

Tampoco hay que dar por muerto a Andrés Manuel López Obrador, el inmortal caminante de las nieves que puede tumbar la guardia nocturna de la muralla tricolor.

Hagan sus apuestas, señores.

Si nos apegamos a la frialdad de los números, como acuñara en filosofía Pedro “el Mago” Septién, los veracruzanos hicieron historia.

Todas las coaliciones y partidos tuvieron aceptación entre el electorado, todos se llevaron una rebanada del pastel electoral.

Y eso, como dice el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, recibe el nombre de pluralidad.

Habrá que reconocerlo.

Más aún. Hubo tres candidatos independientes que se alzaron con el triunfo en San Andrés Tuxtla (Octavio Pérez Garay), Tlacotalpan (Christian Romero Pérez) y Coahuitlán (Isaac García Álvarez); lo que merece aplauso aparte.

Sin embargo, quienes pensaban que el PRI y sus aliados estaban enterrados por la insultante corrupción del duartazgo, se equivocaron en el pronóstico.

Así que el piso está parejo para el 2018.

La política nos volvió a dar una enseñanza.

La moneda está en el aire.

Dios salve a Yunes Linares, torero en tarde de luces del domingo 4 de junio.


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