Veracruz, Ver.

     
Manolo Victorio




Espacio Abierto

Inmovilidad



Jueves 11 de Mayo del 2017

A la mitad del lapso electoral, las campañas, todas, están metidas en una inmovilidad provocada por el hartazgo ciudadano.

La política partidista ha degradado el entramado social. El ciudadano ya no confía en nadie. El potencial elector ve a candidatos y candidatas como personeros de la corrupción, promotores de sus intereses individuales y grupales.

Por eso las campañas no cuajan en el colectivo. Todos prometen, pero cuando se erigen en gobierno, sólo trabajan para sus intereses. Los electores vuelven a sus vidas míseras una vez que dejan de ser laboratorios de campaña en sus barriadas y cinturones de pobreza.

Así ha sido siempre. Sólo que hoy, la sociedad está cansada de ver que todo empeora, que no hay una salida viable de la crisis económica, que el país en general está encarrillado al carajo.

Las noticias respecto a ejecutados, ajustes de cuenta entre bandas del crimen organizado, del aumento de la delincuencia común que lacera la trastabillada economía familiar, que imbuye miedo a salir a la calle, de hacer una vida ordinaria, ya ida; son hechos que no inmutan al colectivo.

Hasta hoy, ni uno solo de los candidatos ha propuesto una estrategia certera, creíble, viable y realizable respecto a la seguridad preventiva. Todos escurren el bulto de la responsabilidad. Nadie asume la realidad que nos golpea como una deuda de los gobiernos hacia los gobernados.

Los discursos son los mismos, apagados, chambones, respecto a la gestión de becas escolares, embellecimiento de lugares públicos como el bulevar o la creación de parques seguros.

De empleo nadie habla. Salvo la oculta pretensión de meter a la nómina municipal a parte de la militancia que los ayude a alcanzar una alcaldía.

El desinterés que existe entre la gente, el hartazgo que se traducirá en abstencionismo el domingo 4 de junio es peligroso. Los ciudadanos están soltando las riendas de su destino inmediato que es la elección de alcalde o alcaldesa en su municipio.

Y cuando la sociedad le da la espalda a partidos y candidatos, éstos aprovechan este hastío para medrar, para ejercer el poder entre pequeños grupos de aliados, olvidándose de la gente que no votó, y, por tanto, no tiene derecho a reclamar obras y acciones en los próximos cuatro años.

Las campañas no suenan. Los mensajes no llegan al electorado. Los partidos apuestan por caras bonitas sin perfil discursivo o por personajes exitosos en el ramo empresarial, como armas eficaces para convencer a los electores.

Eso no basta. No han presentado un proyecto integral para una conurbación que deberá explotar demográfica y laboralmente en los próximos diez años.

Los equipos de campaña abusan de la ocurrencia, de los abrazos fingidos a pobladores de las colonias y de las sonrisas en espectaculares y redes sociales.

Es hora que aterricen. Ya se comieron la mitad del tiempo de campaña en balandronadas y acciones superfluas.

Ellos tienen la obligación de despertar al ciudadano.
Aún están a tiempo. Faltan dos semanas. Ojalá que veamos campañas inteligentes en los cierres.

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