Veracruz, Ver.

     
Gabriela Patraca




Papeles Sueltos

Epidemias devastadoras



Viernes 11 de Noviembre del 2016

La historia reseña que las sociedades han sido diezmadas. Las primeras mortandades fueron por insalubridad. Desde la conquista de México-Tenochtitlán, la viruela fue una de las primeras epidemias que se padecieron en el nuevo mundo; le siguió el sarampión y, después, un tipo de enfermedad gástrica conocida popularmente como disentería.

Carente de protección inmune, la población fue presa de estas calamidades que marcaron entonces a nuestros ancestros y que a su vez beneficiarían como un aliado oportuno a nuestros conquistadores.

Siglos después las políticas públicas en materia de salud han beneficiado en mucho a la humanidad, no así otro tipo de epidemias del mundo moderno.

Algo semejante ha sucedido en la actualidad, con las personas que se encuentran en el poder “morbus mentís posee” (enfermedad mental por el poder). Algunos síntomas son: delirios de grandeza, visiones extrañas, prepotencia, desvergüenza, deshonestidad, compra de artículos de lujo de manera compulsiva, depravación, malas costumbres, falta de ética, soborno, soberbia, excesos en general, este tipo de personas se han extendido como epidemia, propagando toda la zona geográfica de la República Mexicana sin distingo de fuerzas políticas.

Ha sido tal esta enfermedad que extendió sus brazos a la Unión Americana y al viejo mundo, palabras más, palabras menos del Gobernador electo de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, no conocemos con exactitud a quienes alcanza este brazo de corrupción absoluta fuera de nuestro límite territorial.

La clase política del PRI, los «distinguidos» presidentes municipales, diputados, secretarios de despacho, directores, subdirectores, jefes, mandos medios y uno que otro subordinado, todos bandada de buitres, aves sociales de plumaje vasto y mala reputación con hábitos desdeñables gustaban de arrasar con todo lo que hubiera a su paso, saciaban su hambre sin importar las consecuencias, carroñeros, olvidaron velar por el interés general de los ciudadanos, sus curules y puestos valieron para servirse del pueblo.

Se reconocen y comunican entre sí. Miserables que requerían colchones usados, vajillas, vinos, cafeteras, electrodomésticos entre otras pequeñeces para avituallar sus residencias, con el sello de la corrupción, después del desvalijo de la Casa Veracruz, reseñada en la televisión como un palacete de jeque árabe.

Antes que la suerte o el dedazo los eligiera, transitaban por el inframundo de una vida común, como cualquier otro mortal. Muchos se alimentaban con el salario mínimo, pero aplicaron en carne viva la frase: «cuando has de tener, loco te quieres volver». Saquearon el «solo Veracruz es bello» con sueldos y compensaciones estratosféricas; excesos que hoy pagan a los veracruzanos.

La sociedad sucumbió ante esta epidemia de los insaciables. Nos quedamos viudas, huérfanos, perdimos a nuestros hijos, vimos morir a los amigos, vecinos y hasta desconocidos. Llegó el momento en que nos dolimos, nos auto compadecimos, presos en nuestros hogares. La libertad dejó de existir en todos los ámbitos, Jamás en la historia se vio semejante saqueo. Nada bastó para saciar su apetito.

Hoy enfrentamos una realidad que parece pesadilla, patrimonios perdidos, empresarios quebrados, desempleo, quebranto social y económico, toda una sociedad a punto del colapso. Vimos señales, presagios, pero fuimos incapaces de actuar, nos quebraron el alma, los huesos, no hubo vacuna alguna que nos protegiera de tanta inmundicia, se reprodujeron como virus, hasta dejar el hedor a muerte y desgracia.

Ya decía Carl Gustav Jung: «aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas, fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma».

Esta es una lección histórica que no debemos repetir.