Veracruz, Ver.

     
Gabriela Patraca




Papeles Sueltos

Veracruzanos al grito de guerra



Lunes 7 de Noviembre del 2016

Mañana serán las elecciones para presidente en Estados Unidos. Los mexicanos juegan un papel importante en esta elección. La unión se verá consolidada por primera vez en la historia si deciden luchar por sus sueños y más aún mantenerlos, al llevar a Hillary Clinton al triunfo y deshacerse de forma rotunda del remedo de payaso de Donald Trump.

En esta ocasión no se vale cruzar los dedos o rezarle a los santos, se trata de hacer efectivo el voto y dejar en claro que la permanencia de los mexicanos es relevante en la economía de los Estados Unidos.

La otra cara de la moneda en la democracia cayó en nuestro país.

Lamentablemente, los acontecimientos actuales en uno de los estados más relevantes como es Veracruz, dejan mucho que desear la postura y actitud de la máxima autoridad de México al haber sido permisible del mal gobierno que ejerció Javier Duarte de Ochoa.

No se explica de otra manera más que la complicidad de estas altas autoridades al saqueo que fue objeto el estado veracruzano, llevando a la quiebra y hundiendo a todos los estratos de las clases sociales en la más deplorable miseria, que al día de hoy muchos se niegan a aceptar queriendo tapar el sol con un dedo, con la aseveración de sus declaraciones por demás irrisorias.

Ejemplo claro: el Gobernador interino Flavino Ríos Alvarado, a quien más le valdría haberse quedado en su notaría, resguardando su nombre que por años le costó construir, incluyendo la pérdida de un ser querido. Flavino olvidó que lo último que queda en la existencia de un hombre y lo más importante, es su honor.

Los líderes políticos de nuestro país se suman a las exigencias hacia nuestro vecino país de Estados Unidos mediante el discurso político en el que exigen respeto a nuestros compatriotas pero somos incapaces de alzar la voz para unirnos como menciona en sus estrofas nuestro gran himno nacional: «mexicanos al grito de guerra…», combatir, afrontar y hacer pagar a quienes han deshonrado los valores, quienes han pisoteado las leyes, y se han servido de los mexicanos, aquellos que incrustados en el sistema por años mancillaron nuestra confianza, individuos corruptos que caminan con total impunidad.

Somos culpables por cerrar los ojos y vender nuestra alma al diablo por dádivas, porque el mexicano tiene todo lo que un ser humano puede querer pero ha sumido los sueños en una cultura paternalista y corrupta tanto como aquellos a los que un día elegimos para gobernar.

Ya lo dijo Abraham Lincoln: «ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento».